Las Constelaciones Familiares, desarrolladas por el mentor Bert Hellinger, son una herramienta para comprender las dinámicas internas de las situaciones que experimentamos las personas en nuestras relaciones con los demás. En muchas ocasiones, estas ayudan a desbloquear situaciones estancadas, donde el amor, aun existiendo, no fluye; y donde la fuerza para actuar y resolver está tan atenuada que, de hecho, nada se resuelve.
Asimismo, las constelaciones familiares son útiles y se hacen presente en el ámbito educativo, ya que permiten a los docentes comprender situaciones y conductas que, de otro modo serían incomprensibles e inaccesible. Esta combinación de la Teoría de Sistemas y Constelaciones Familiares ha dado lugar a la llamada Pedagogía Sistémica. El método de las constelaciones familiares se ha desarrollado y extendido por el mundo en estos últimos 20 años y sus beneficios pueden aplicarse, además de a la terapia, al mundo de las organizaciones, al ámbito de la salud, al de la educación y al del crecimiento humano en general.
En el ámbito de la educación, se ha visto que cuando un docente realiza una constelación acerca de un estudiante que presenta dificultades, su mirada se hace más amplia, integra a su familia y, de alguna manera, encuentra la manera de ayudar sin salirse de su rol de educador. En los principios o leyes, también llamadas órdenes del amor, son la herramienta para que el amor y la vida fluyan, y estos pueden resumirse en tres: Pertenencia, Equilibrio y Orden.
1. Ley de la pertenencia: si se excluye, ignora u olvida injustamente a alguien que pertenece al sistema, se produce desorden. En el ámbito de lo educativo esto quiere decir, que la fuerza educativa se relaciona con nuestra predisposición a dar un lugar de honra y respeto a las personas que forman parte del sistema educativo. Reconocer pertenencia y dar un lugar digno en el sistema educativo son: La familia del educando, la sociedad en general, las personas que gestionan la educación a nivel político, las personas que atienden la educación desde cargos públicos, las personas que exteriorizan la dirección del centro educativo, los educadores y otros profesionales que acompañan al estudiante desde posiciones diferentes de la educativa (por ejemplo, orientadores y terapeutas).
2. La ley de las compensaciones: si se produce desequilibrio entre “dar” y “tomar”, surgen problemas hasta que el equilibrio se reestablece. Es decir, es cuando establecemos relaciones de dependencia innecesaria o de sobreprotección. En el ámbito educativo el modo de potenciar el equilibrio entre lo que recibe y lo que se da es: afrontando la labor como un servicio que ofrecemos a cambio de un beneficio, mostrando hacia las imperfecciones de otros la misma tolerancia que debemos aprender a mostrar hacia las nuestras, aceptando que somos humanos e imperfectos es la base para corregir los errores con cariño, tomando con agradecimiento las oportunidades de desarrollo y calidad de vida, valorando lo que hace bien y reconocer el esfuerzo de otros para mejorar las cosas, asumir la responsabilidad, y sobre todo dejar de sentirse imprescindibles en la vida de los demás.
3. La ley de la primacía o del orden: quien se pone por delante de un anterior, se debilita y sale perdiendo. En relación con los receptores del servicio que la institución educativa aporta a la sociedad, a los ojos del docente, primero van los padres y luego los hijos. Cuando un educador se alía con un educando en contra de sus padres provoca un serio desorden que se traduce en: Poco interés del hijo con los estudios y conflicto con la familia. Un docente respetar el orden cuando puede imaginarse frente a los padres o tutores de un educando y pensar: “ustedes son los primeros”.
En síntesis, en el ámbito educativo, las constelaciones son manejadas por la denominada Pedagogía Sistémica, que es un desarrollo educativo orientado a identificar, intervenir y recomponer los desórdenes en los distintos sistemas que influyen en la educación, como son: el sistema familiar, el escolar, el de política educativa, y el social, donde se encuentran ubicados todos los anteriores. Una vez identificado el conflicto, la intervención acorde con el orden sistémico correspondiente produce una solución específica para el mismo, no estandarizada, ya que cada conflicto tiene su propio desorden u orden; los resultados son muy llamativos y alentadores, tanto para los docentes como para las familias.