La expresión alfabetización digital, parece ser un slogan del mercado de la Sociedad de la Información (SI) y su correspondiente propuesta educativa. Una buena representación conceptual que agrupa las innumerables experiencias de educadores que aportan su esfuerzo y buena voluntad para intervenir en una realidad que se les ha presentado como única.
La apropiación del término alfabetización, persigue el propósito de guiar la carga política, histórica y hasta emotiva que connota la expresión con el propósito, quizás, de transferir esos atributos a un nuevo fenómeno socio-tecnológico para que sea considerado como prioritario. El término “analfabetismo” aún hoy produce desagrado en toda sociedad, pues la alfabetización es la condición base para cualquier intento de desarrollo o cambio social perdurable, por ello la alfabetización es un valor central en cualquier sociedad.
El concepto de alfabetización digital aparece como una condición esencial para reducir la brecha digital. Ahora bien, sabiendo que la sociedad en la que vivimos inició el camino de la construcción de un modelo social basado en cierto tipo de información y TIC que la producen, difunden y almacenan, la educación aparece como un problema central. Tanto para formar en las competencias necesarias para una adecuada adaptación, como para reducir, ahora sí, la inexorable “brecha digital” que se genera ante la irrupción de esta nueva realidad que potencia el desapego social.
La diferencia pedagógica respecto al “dominio del lenguaje digital” se refiere al pensamiento encarnado por Levis cuando opina que “Una verdadera alfabetización digital no consiste sólo en enseñar a utilizar distintas aplicaciones informáticas, sino que debe ofrecer los elementos básicos para la comprensión y dominio de los sistemas de codificación en los que se basa este nuevo lenguaje” (2006: 2) Se trata, es de enseñar la lógica de programación, justifica tal conocimiento al compararlo con el músico, el cual para ser lo que es debe conocer el código.
Sin duda, el conocimiento del código del lenguaje humano promueve la libertad, la capacidad de negociar y que nuestros intereses sectoriales sean respetados y tenidos en cuenta en el diseño social.
En síntesis, vale la pena citar una vez más a Mattelard (2002), quien refiriéndose a la perspectiva que ofrece de la SI, indica que hay en este concepto una convicción y un proyecto: “ninguna pedagogía de apropiación ciudadana del medio técnico puede abstraerse de la crítica de las palabras que, pretendidamente apartidas, no dejan de introducirse subrepticiamente en el lenguaje común y enmarcar las representaciones colectivas. Por ella pasan las transferencias de sentido de los 17 conceptos de libertad y de democracia al mismo tiempo que se imponen a nosotros bajo el signo de la evidente necesidad de lo que es y, sobre todo, de lo que supuestamente tiene que ocurrir”.