Bazarra y otros nos dicen que “los profesores que consiguen mantener la ilusión y el valor hacia su trabajo, pese a las circunstancias en las que lo desarrollan, se debe a su propio deseo de motivarse”. Habitualmente los docentes señalan la poca motivación que tienen sus estudiantes. Sin embargo, un docente desmotivado provoca en muchos casos la desmotivación de sus estudiantes. Por el contrario, un docente muy motivado genera motivación entre sus discípulos.
Tal vez el enemigo más importante de la motivación sea la postergación. El método de pensamiento emocional hace suyas las recomendaciones de Gaja que propone cuatro acciones para contrarrestar esa tendencia postergatoria:
- Establecer un horario.
- Hacer aquellas cosas que para las que estemos menos motivados.
- Contrarrestar los pensamientos negativos.
- No buscar excusas.
- Las recompensas afectivas.
- La retroafirmación positiva.
- La autonomía y sentimiento del control de la propia conducta.
- La conciencia de poder alcanzar los propios objetivos.
- Las autoteorías positivas sobre uno mismo.