En la actualidad, es muy común oír las quejas de los padres y de los docentes sobre el escaso interés con que éstos se enfrentan a las actividades escolares plasmado en el famoso «Él Puede, pero no quiere, no tiene interés», dando a deducir que se trata de un problema motivacional. Esto implícita a esta forma de pensar, existe la consideración de que tal conducta es función de dos factores: el poder y el querer.
La motivación representa junto con la emoción la parte no cognitiva (oréctica, irracional, cálida) de la mente humana. Etimológicamente la palabra motivación procede del latín moveo, movere, movi, motum (lo que mueve o tiene la virtud para mover) y está interesada en conocer el porqué de la conducta. Es la necesidad o el deseo que dirige y energiza la conducta hacia una meta. En esta definición está sobrentendida la consideración en tal proceso psicológico básico de dos componentes principales: los direccionales y los energizadores de la conducta dirigida a meta.
Una característica de la motivación que hay en la base de la conducta de una persona es que no es visible directamente, de ahí que se infiera de la ejecución (conducta observable), o para «ver» la motivación se recurra a tesis (cuestionarios, auto-informes y pruebas proyectivas). Además, la motivación puede estar autorregulada o regulada por el ambiente. Finalmente, dado el carácter de sistema de la mente humana, la motivación está relacionada con los demás procesos psicológicos básicos, si algo genera emociones agradables se produce una fuerza que atrae hacia ese algo, y lo contrario si la emoción que genera ese algo es desagradable. Si algo atrae mucho se atiende preferentemente, se memoriza y aprende mejor y se piensa y habla más tiempo sobre ello.