Es importante recordar, que, durante los primeros años de primaria, el estudiante desarrolla habilidades motoras, coordinación visual-motora, razonamiento, lenguaje, comprensión social y memoria. A medida que el aprendizaje se consolida en redes neuronales, los conceptos se combinan en unidades significativas que están disponibles para su uso posterior.
La capacidad de generalizar y abstraer comienza en esta etapa y continúa hasta la edad adulta. Asimismo, durante este tiempo, el educando aprende sobre la toma de perspectiva y la interacción social. La capacidad de comprender el lugar social es crucial para el desarrollo de relaciones apropiadas con otras personas. Estas habilidades están estrechamente vinculadas al desarrollo de los tractos del hemisferio derecho, así como en las áreas del cerebro que están vinculadas al procesamiento emocional también llamado sistema límbico. Los tractos son una vía que conecta una parte del cerebro con otra, que generalmente consiste en axones aislados con mielina. Los tractos se conocen colectivamente como materia blanca.
Durante los últimos años de primaria y principios de secundaria, la actividad cerebral del educando se encuentra principalmente en las regiones posteriores, donde se cruzan las áreas para el funcionamiento auditivo, visual y táctil. Esta intersección se denomina área de asociación del cerebro y generalmente contiene información que se ha aprendido y que ahora se almacena. Esta es la información que comúnmente se mide en las pruebas de rendimiento y las pruebas de habilidad basadas en la palabra.
Por lo tanto, los lóbulos frontales comienzan a madurar más en la escuela secundaria. La maduración continúa hasta la edad adulta. Los lóbulos frontales son un desarrollo evolutivo más reciente en el cerebro y permiten a los humanos evaluar y adaptar su comportamiento en función de la experiencia pasada. También se cree que los lóbulos frontales son donde reside la comprensión social y la empatía (Damasio, 2008).
El desarrollo refinado de los tractos frontales de la sustancia blanca comienza alrededor de los 12 años y continúa hasta los veinte años. Esta región del cerebro es crucial para funciones cognitivas superiores, comportamientos sociales apropiados y el desarrollo de operaciones formales. Estos tratados se desarrollan de manera ordenada y la experiencia parece contribuir a un mayor desarrollo.
En síntesis, los docentes deben enfatizar el pensamiento inferencial y la metacognición. Para algunos adolescentes, el desarrollo del cerebro coincide con las expectativas educativas. Para otros, los dos no coinciden y existe un desajuste entre biología y educación. En este caso, el adolescente no puede obtener el máximo beneficio de la instrucción y, a menudo, no puede comprender ideas más avanzadas. Aunque los problemas de aprendizaje pueden deberse a la inmadurez, pueden indicar problemas más graves de aprendizaje o de atención. A medida que los tractos de conexión en los lóbulos frontales se vuelven más refinados, se espera que los adolescentes piensen en sus comportamientos y cambien estos comportamientos.