Los elementos de riesgo de los problemas de comportamiento, surgen a lo largo del crecimiento de los niños, y en la medida en que éstos maduran se enfrentan a nuevos riesgos y encuentran nuevos retos. Su ambiente, igualmente se hace más complejo acorde a su crecimiento, lo que hace más difícil una mediación. Algunos riesgos, han sido vinculados con varios problemas de conducta propios del final de la infancia. La reducción de dichos riesgos brinda la posibilidad de evitar el desarrollo de muchos problemas.
Uno de los principios establecidos del aprendizaje, es que el comunicar acerca de las consecuencias positivas inmediatas, puede dar como resultado un comportamiento repetido. A este proceso se le conoce como reforzamiento positivo. De esta manera, aumentar los incentivos positivos como una alternativa para tratar conductas problemáticas, puede dar como resultado una disminución de estas últimas. Si los adultos imprimen las consecuencias positivas a los niños cuando tienen un comportamiento de cooperación, una manera pacífica de resolver un conflicto o tienen una relación con compañeros que realizan actividades favorables, entonces los niños serán alejados de los comportamientos problemáticos.
Con esta práctica los adultos alientan a los niños a desarrollar hábitos positivos. Los estímulos de carácter positivo se dan de muchas maneras, pueden ser tangibles o social. Otros ejemplos de consecuencias positivas que pueden mejorar el comportamiento tienen que ver con el otorgamiento a los niños de privilegios adicionales y de las oportunidades que ellos deseen. Los padres, los docentes y otros adultos o compañeros pueden señalar consecuencias positivas a los niños. De la misma manera, los adultos y niños pueden proporcionar un ambiente positivo que ayude a los adultos a desplegar un comportamiento más positivo.
Por ende, en la institución educativa y en la comunidad, se aconseja que:
- Los educadores deben señalar las consecuencias positivas, encaminadas a los logros sociales y académico.
- Los docentes que atienden a una gran cantidad de niños con problemas de comportamiento, deberán inspeccionar si los adultos u otros niños están aportando ejemplos de consecuencias positivas irreflexivas.
- Las instituciones educativas pueden ofrecer programas para adultos, con el fin de ayudar a los niños a desarrollar más hábitos reconocidos socialmente.
En síntesis, las consecuencias positivas incrementan las probabilidades de que una determinada conducta, las consecuencias negativas efectivas dominan esa probabilidad. Tanto las consecuencias negativas como las positivas, pueden ser palpables o sociales. Un comportamiento reduce por lo general cuando éste tiene un precio para la persona, ya sea en tiempo, dinero o en consecuencias no deseadas.