Los procesos de aprendizaje, son procesos considerablemente complejos en razón de ser el resultado de múltiples causas que se articulan en un solo producto. Sin embargo, estas causas son fundamentalmente de dos órdenes: cognitivo y emocional. A pesar de esto, el modelo educativo reinante, en general tiende a ignorar o minimizar los aspectos emocionales y en la medida que el educando asciende dentro del mismo, éstos son cada vez menos tomados en cuenta. Sin embargo, como resultado se genera a partir del surgimiento del constructivismo y el impacto de la teoría de las inteligencias múltiples, que se debe incluir el papel de las emociones como uno de los aspectos fundamentales a ser considerados en la formación integral del educando.
Como es propio en las ciencias sociales, trabajar en esto no es tarea fácil, y las emociones no escapan a este conflicto. Nadie pone en duda que todos los seres humanos experimentamos su existencia, aunque no siempre podemos controlar sus efectos, de ahí la importancia de considerar a la educación emocional como un aspecto tan importante en la formación del individuo como lo es la educación académica. El acto educativo solo es posible gracias a la presencia de sus dos actores principales, los educandos y los educadores, se debe considerar como los segundos influyen sobre las emociones y los sentimientos de los primeros, dentro de un contexto cultural específico, que es en última instancia el lugar donde se define lo que asumimos como emociones y sentimientos.