En gran parte la conducta de las personas es conducta aprendida, siendo resultado de aprendizaje las formas de conducta y estructuras de conocimiento logradas. El aprendizaje se produce necesariamente de forma continua a lo largo de la vida de la persona, constituyendo algo inseparable a su propia naturaleza. Aprender es propio del ser humano. Según una conceptuación originaria de la filosofía aristotélica, el aprendizaje es un propiedad esencial del ser humano, aunque sin constituir la esencia de su ser.
La persona que aprende, se denomina aprendiz. Por el aprendizaje las personas adquieren conocimientos y conducta, implicando básicamente cambios en el conocimiento y el comportamiento respecto de las mismas. El sistema humano de aprendizaje está activo en todo momento. Desde el nacimiento, a lo largo de la vida, y hasta el final de la misma, en los seres humanos se producen distintos procesos de aprendizaje, con resultados desiguales, aunque coherentes.
Cualquier tipo de actividad humana, artesana, técnica, deportiva, artística o de pensamiento, aun no siendo una actividad de aprendizaje específica e intencionalmente pretendida, implica aprendizaje como valor añadido. Incluso la repetición de la misma actividad, puede permitir un aprendizaje, en la medida en que consolide el dominio de la habilidad o destreza específica, hasta lograr su automatización.
La práctica examinada, con determinadas condiciones, constituye un principio básico del aprendizaje compartido por las distintas teorías. Es necesario remediar en que el término aprendizaje se emplea para denotar el proceso y también el resultado del mismo. Esto es, el cambio que resulta del proceso de aprendizaje se denomina también aprendizaje. Conforme a la índole propedéutica, analizaremos determinados rasgos del aprendizaje, como el de constituir un proceso o actividad permanente y el de implicar o constituir un cambio o modificación en el conocimiento y la conducta, de carácter relativamente estable. Asimismo, se contemplan tipos o modalidades sustantivas de aprendizajes.
Aprendizaje implícito y aprendizaje explícito constituyen dos grandes modalidades de aprendizaje, que se originan en situaciones y condiciones distintas, con características diferenciales y rasgos comunes, cuyos resultados se interrelacionan en forma constante, a veces de modo intenso. El aprendizaje implícito, incidental, espontáneo, tácito, inconsciente, ocurre constantemente sin que el sujeto tenga el propósito de aprender, ni conciencia de estar aprendiendo. Incorpora un amplio rango de experiencias del aprendiz en sus frecuentes interacciones con el mundo físico y social, destacando la importancia del contexto sociocultural, que Vitgotsky analizó de modo agudo y fecundo. Incluye la captación de regularidades en el entorno, con efectos en la predicción y control de sucesos que ocurren en el mismo, entrañando un gran valor adaptativo, aunque sin agotar las enormes posibilidades del sistema de aprendizaje humano. Ejerce una notable influencia en el proceso de aprendizaje explícito, comprendido el que tiene lugar en la institución escolar.
El aprendizaje explicito, se produce con conciencia del aprendiz de la actividad o esfuerzo personal que realiza con el propósito de aprender algo, generalmente contando con la ayuda de otro, como la que inmediata, deliberada y sistemáticamente tiene lugar en una institución educativa (docente en presencia); o bien con la ayuda mediata, indirecta (docente a distancia), mediando un instrumento elaborado para dicha función, como el libro de texto, un programa informático, un folleto de instrucciones u otro producto cultural. Vale la pena insistir en que lo decisivo en el aprendizaje es la actividad interna del aprendiz, limitándose los medios, instrumentos y personas, profesores incluidos, a ayudarle o facilitarle, desde el exterior, el propio proceso personal de aprendizaje, creando deliberadamente situaciones con las condiciones pertinentes para que el aprendiz procese adecuadamente los estímulos informativos que inciden en sus órganos sensoriales.
El aprendizaje se produce en y sólo en la cabeza del aprendiz, sin que este recurso expresivo signifique necesariamente una concepción dualista mente-cuerpo. Es el aprendiz quien realiza el procesamiento de la información recibida, sin que nadie pueda realizarlo por él. En sus interacciones con objetos y personas el sujeto observa ciertas regularidades en el entorno, aprendiendo, generalmente mediante procesos asociativos, qué cosas tienden a suceder juntas y qué consecuencias se siguen para la propia conducta, en cuya virtud alcanza conocimientos implícitos que se organizan en ciertas concepciones personales o teorías implícitas relativas a diferentes ámbitos, como el movimiento de los cuerpos, la meteorología, la salud o el comportamiento de las personas. Este tipo de conocimiento influye vigorosamente en el ulterior aprendizaje sistemático en dichos ámbitos o áreas, así como en la propia conducta.
Estas ideas o teorías intuitivas constituyen conocimientos muy eficaces para el sujeto en la predicción y control de sus interacciones con el entorno. Personal y activamente generadas, se hallan fuertemente radicadas, pudiendo también interferir y dificultar el aprendizaje de las teorías científicas sistemáticamente elaboradas. Por ejemplo, los aprendices pueden encontrar dificultades en el aprendizaje de las leyes de Newton por efecto de su concepción personal o teoría intuitiva sobre el movimiento de los cuerpos, incompatible con la teoría científica, lo que requerirá un proceso de cambio conceptual, con profundos cambios o modificaciones en las estructuras de conocimientos del aprendiz.
Frecuentemente el aprendizaje comporta des-aprender, sean las incorrectas concepciones o conocimientos implícitos anteriores, sean determinadas conductas o hábitos inapropiados previamente adquiridos, para lo que se requieren nuevas actividades y ayudas externas, en un proceso de des-aprendizaje y re-aprendizaje nuevo.