El aprendizaje se ha definido en diferentes directrices que se pueden ubicar entre dos polos: el conductismo y el cognoscitivismo.
El conductismo hace énfasis en las condiciones externas que favorecen el aprendizaje; lo principal es la respuesta y el reforzamiento de aquellas que se encaminen a lograr el resultado esperado. Por su parte, en la tendencia cognoscitivista lo fundamental es el estudiante con su campo vital, su estructura cognoscitiva y sus expectativas. En el conductismo el aprendizaje es visto como un proceso progresivo de reforzamiento de respuestas, o sea, el objetivo es consolidar esta acción para incorporarla a patrones de conducta existentes. Pues este representa un conjunto de estímulos y se evaden el papel activo del sujeto y los factores psicológicos que intervienen en este proceso.
Para el cognoscitivismo el aprendizaje es ir más allá de la información obtenida, luego parte de un saber mediado y conformado por el hombre. Aquí se destaca el papel activo del sujeto, quien elabora, crea o desarrolla constructos, estructuras, metas o conceptos del mundo que fluye a su alrededor. El sujeto, por tanto, resulta sobredimensionado y se considera que el sujeto todo lo hace sin una influencia o estímulo externo para aprender.
Otra corriente, es el humanismo, quien le atribuye al sujeto que aprende toda la responsabilidad del proceso, en tanto que el docente debe respaldar un ambiente de confianza para garantizar el cambio. Luego entonces en el enfoque humanista se apoya un aprendizaje sin coacción, prescripción o imposición. Tampoco hay un aprendizaje conjunto. Todo el proceso de enseñanza-aprendizaje está regido por las motivaciones de condiciones, de modo que al docente le queda la tarea de formar una conciencia desarrolladora de la personalidad de cada estudiante.
De acuerdo con Vigotsky, el aprendizaje es aquel proceso en el cual el individuo asimila determinada experiencia histórico-cultural al mismo tiempo que se apropia de ella. Esto, por supuesto, necesita de un sujeto activo, que le dé sentido a esta experiencia, transformándola en su subjetividad; o sea que el aprendizaje es “un proceso que partiendo de lo externo, del medio como fuente proveedora, se realiza por y en el individuo atendiendo a sus necesidades y a través de la actividad y la comunicación propias y de los otros como portadores estos últimos, de toda la riqueza individual y social.”
El aprendizaje tiene lugar en un sistema interpersonal y, por tanto a través de las interacciones con el docente y con los compañeros del aula, el estudiante aprende los instrumentos cognitivos y comunicativos de su cultura. El objetivo de la teoría de Vigotsky es descubrir y estimular la zona de desarrollo potencial o zona de desarrollo próximo en cada estudiante; en esta teoría se destaca la idea de que el sujeto no se limita a responder a los estímulos de modo pasivo o mecánico sino que actúa sobre ellos.
A través de la mediación social que el conocimiento se hace viable y gana coherencia. La mediación constituye entonces un mecanismo mediante el cual las actividades socio-culturales externas se transforman en funcionamiento mental interno. Cuando se aprende esta mediación puede ser un libro, un material visual, el discurso del aula, la instrucción o cualquier otra forma de ayuda del docente. La mediación social en la forma de interacción puede ocurrir entre una persona experta y otra con menos experiencia; en el aula esta mediación puede darse entre el docente como experto y el estudiante o entre los propios estudiantes.
Desde la concepción vigostkiana de mediación, el pensamiento humano surge en el contexto de actividades que están presentes en escenarios sociales y culturales específicos. Aplicando este idea al aula, la mediación incluye los medios de enseñanza-aprendizaje; la misma puede ocurrir de manera escrita o hablada, pues ambas formas son importantes para la construcción del conocimiento y el desarrollo cognitivo. El papel mediacional del docente no implica un trabajo o esfuerzo adicional de su parte, sino que su papel adquiere una forma cualitativamente superior y diferente.
El papel del docente desde una visión socio-cultural va más allá de simplemente proveer al estudiante conocimientos, sino que la misma es empleada como una herramienta cognitiva que le permite desarrollar pensamientos e ideas. El proceso de pensamiento es un indicador de desarrollo en los estudiantes quienes son capaces de completar tareas de manera independiente a medida que alcanzan su nivel potencial de desarrollo. La enseñanza desde una visión socio-cultural no implica sencillamente prestar atención al material académico que se enseña sino además prestar atención al sujeto que aprende, pues los docente deben propiciar a los estudiantes un ambiente de guía y de apoyo además del conocimiento que está por encima del nivel actual que ellos poseen.
El significado se construye mediante la actividad conjunta y no mediante la transmisión de conocimiento del docente a los estudiantes; el conocimiento no se transfiere del docente al estudiante sino que se ayuda a este a transformar el conocimiento que recibe mediante la construcción de significado y con recursos como son el conocimiento de sus participantes, de los libros y de otros medios en el contenido del aula.