La institución educativa se convirtió en un innegable símbolo de los tiempos, en una metáfora del progreso, en una de las mayores construcciones de la modernidad. A partir de entonces, todos los hechos sociales fueron explicados como sus triunfos o fracasos, los desarrollos nacionales, las guerras su declaración, triunfo o derrota, la aceptación de determinados sistemas o prácticas políticas se debían fundamentalmente a los efectos en la edad adulta de lo que la institución educativa había hecho con esas mismas poblaciones cuando le habían sido encargadas durante su infancia y juventud. Una buena cantidad de análisis se han preocupado por explicar este fenómeno, desde aquellos que consideran la institución educativa como un resultado lógico del desarrollo educativo evolutivo y lineal de la humanidad, hasta los que han buscado problematizar la cuestión. Si bien consideramos que muchos de estos últimos tienen un alto poder explicativo, ninguno de ellos logra dar cuenta del motivo del triunfo.
- En primer lugar, muchas de las definiciones sobre el proceso de escolarización lo funden con otros procesos sociales y culturales como la socialización, la educación en sentido amplio, la alfabetización y la institucionalización educativa. Sin lugar a dudas, estos otros desarrollos sociales se escribieron en sintonía, pero no en homología y queremos destacar esta diferencia con la historia de la escolarización. Si bien todos están muy aplicados, cada uno de ellos goza de una lógica propia generalmente no contemplada, y que nos parece digna de atención para comprender sus especificidades.
- En segundo lugar, la mayoría de estas lecturas ubican el sentido escolar fuera de la escolarización, en una aplicación de la lógica esencia/apariencia o texto/contexto. Así, la significación del texto escolar está dada por el contexto en que se inscribe. Son los fenómenos extra-escolares capitalismo, nación, república, alfabetización, Occidente, imperialismo, meritocracia, etc.