Cuando se reflexiona acerca de la temporalidad del inconsciente como un tiempo lógico, diferente al cronológico durante la implicación de la singularidad del sujeto, la variabilidad de una estructura de un individuo a otro, nos enfrenta a una paradoja: el docente, por un lado, inevitablemente se dirige a una masa, a un determinado grupo y, a la vez, espera promover la producción de subjetividad que apunta a los tiempos singulares del aprendizaje de cada estudiante. Sobre este tema, se tendrá que diferenciar los llamados problemas de aprendizaje de los problemas en el aprendizaje. Si los períodos están desencontrados se suele hablar de fracaso escolar. Entonces, el psicoanálisis les brindará aportes en torno a cómo crear las diferentes reglas del juego referentes a la subjetividad, por un lado, y, por otro, a los objetivos institucionales. Es decir, se abre un campo de aporte del psicoanálisis: no solo atender a la lección y asistencia de los problemas en el aprendizaje, sino también que puede intervenir sobre los docentes y la institución en su conjunto, recordando que el deseo del docente y el deseo del estudiante no configuran un par equilibrado. En tal sentido, se puede confirmar que lo que se aprende es diferente de lo que se enseña, por un lado, el terreno de los problemas del y en el aprendizaje que ya mencionamos, pero, por otro, el universo de la creatividad, la originalidad, el cuestionamiento crítico.
En psicoanálisis se refirieren a la función deseo del analista como uno de los nombres para pensar la posición del analista, entre otros factores, como intento de aislarse del desnivel de los ideales que un analista puede llegar a significar desde lo imaginario. ¿Será permitido pensar en deseo del docente? Cordié propone que el deseo de enseñar puede tener su fuente en una vocación ligada a motivaciones personales más o menos conscientes, elección personal que corre a la par con la inscripción del sujeto en un discurso y en una práctica; se trata aquí del discurso de las ciencias de la educación. Pero la función de enseñante no exige neutralidad y revela los aspectos de la persona sin gestionar recursos para controlar los efectos de esa revelación, a diferencia del análisis del analista.
Rabant señala: “La manera en que el deseo del pedagogo sostiene la función del saber en el campo pedagógico traza las líneas de fuerza que definen el espacio como campo pedagógico”.
Pero Lacan, sugiere al deseo del enseñante al referirse al vínculo entre el sujeto y el saber. Y nos dice que allí donde la razón del enseñante no se plantea, hay docente. Afirmación incomprensible que se enlaza con la interrogación acerca de si habrá alguna enseñanza que garantice como resultado un saber. La propuesta de los diferentes tipos de discursos como formas de lazo social en la cultura abre la posibilidad de pensar diversos posicionamientos del docente. No será lo mismo ubicar el saber en el lugar de agente comandado por la verdad reprimida del dueño, que pensar al enseñante como sujeto separado, ocupando la función del analizante, que desde su falta pueda dar lugar a la producción de un saber en el otro; se trata del sujeto del inconsciente interrogando los significantes dueños, revelando que el dueño es por su función debilitada.
A menudo en la docencia existen las interrogantes:
- ¿Qué realmente se trasmite al estudiante cuando se enseña?
- ¿Solo se enseña lo expresamente sugerido?
- ¿Existe relación con lo que un docente intenta enseñar y lo que un estudiante recibe?