El enfoque de los modelos mixtos de la Inteligencia Emocional (IE), se centran en rasgos constantes de comportamiento y en variables de personalidad (empatía, asertividad, impulsividad, entre otros). En el ámbito educativo, ha sido el modelo teórico más amplio. Desde el modelo teórico de Salovey y Mayer la Inteligencia Emocional es pensada como una inteligencia genuina basada en el uso adaptativo de las emociones de manera que el individuo pueda solucionar problemas y adaptarse de forma eficaz al medio que le rodea.
Los autores consideran que la IE se conceptualiza a través de cuatro habilidades básicas, que son: la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual”.
Existen cuatro áreas esenciales en las que una falta de IE, estimula o proporciona la aparición de problemas de conducta entre los estudiantes:
- Inteligencia emocional y las relaciones interpersonales,
- Inteligencia emocional y bienestar psicológico,
- Inteligencia emocional y rendimiento académico,
- Inteligencia emocional y la aparición de conductas disruptivas.
Inteligencia emocional y las relaciones interpersonales: Uno de los objetivos más significativos de cualquier individuo es mantener las mejores relaciones posibles con las personas que nos rodean. Una alta IE les ayuda a ser capaces de ofrecer a los que los rodean una información adecuada acerca de nuestro estado psicológico. Para poder manejar los estados emocionales de los demás se debe ser capaz de manejar bien los propios estados emocionales. Las personas emocionalmente inteligentes no sólo son más hábiles a la hora de percibir, comprender y manejar sus propias emociones, sino también son más capaces de extrapolar estas habilidades a las emociones de los demás.
Inteligencia emocional y bienestar psicológico: El modelo de Mayer y Salovey nos proporciona los pasos adecuados para conocer los procesos emocionales básicos que subyacen al desarrollo de un adecuado equilibrio psicológico y ayuda a alcanzar mejor el rol de mediador de ciertas variables emocionales de los estudiantes y su influencia sobre el ajuste psicológico y el bienestar personal. Además, cuando los estudiantes son expuestos a asignaciones estresantes, perciben los estresores como menos amenazantes y sus niveles de cortisol y de presión sanguínea son más bajos e, incluso, se recuperan mejor de los estados de ánimo inducidos experimentalmente.
Inteligencia emocional y rendimiento académico: La capacidad para atender a las emociones, apreciar con claridad los sentimientos y poder reparar los estados de ánimo negativos va a influir decisivamente sobre la salud mental de los estudiantes y este equilibrio psicológico, a su vez, está relacionado y afecta al rendimiento académico final. Las personas con escasas habilidades emocionales es más probable que experimenten estrés y dificultades emocionales durante sus estudios y, en consecuencia, se beneficiarán más del uso de habilidades emocionales adaptativas que les permiten afrontar tales dificultades.
Inteligencia emocional y la aparición de conductas disruptivas: Las habilidades que incluye la IE son un elemento clave en la aparición de conductas disruptivas en las que subyace un déficit emocional. Es lógico esperar que los estudiantes con bajos niveles de IE presenten mayores niveles de impulsividad y peores habilidades interpersonales y sociales, lo que cual favorece el desarrollo de diversos comportamientos antisociales. Los adolescentes con un mayor repertorio de competencias afectivas basadas en la comprensión, el manejo y la regulación de sus propias emociones no necesitan utilizar otro tipo de reguladores externos (tabaco, alcohol y drogas ilegales) para reparar los estados de ánimo negativos provocados por la variedad de sucesos vitales y acontecimientos estresantes a los que se exponen en esas edades.