El deterioro del ánimo y la salud de los docentes, es el resultado de todas estas circunstancias que viven día a día, desde un bajo salario, malas condiciones laborales, crítica y falta de reconocimiento social, falta de formación y apoyo, hasta la misma insatisfacción con lo logrado con los estudiantes, esto es lo que les ocasiona una gran frustración y desánimo extendidos a todos los docentes.
Desde algunos rincones del mundo, se confirma que la vocación docente continúa siendo fuerte entre muchos que se inician o permanecen en la docencia, pero que tiende a decaer drásticamente a lo largo del ejercicio de la enseñanza. Se reporta en varios países, muchos problemas progresivos en la salud entre los educandos, problemas que muchos de ellos por primera vez pensados y reconocidos, como enfermedades laborales.
Fundamentalmente, cuando se habla de malestar docente se hace referencia a un fenómeno que afecta a una buena parte de los docentes y que origina en respuesta a una serie de factores o acontecimientos negativos que incomodan a dicho educadores en el marco educativo. Tal respuesta vendría antecedida de un estilo atributivo pesimista, que sería el responsable del incremento de los índices de estrés laboral “burnout” y ansiedad que exhiben los docentes afectados, pudiéndose llegar a alcanzar la depresión como un último resultado.
La sobrecarga de trabajo ha sido subrayada por diversos autores, en especial por Ahart, quien considera que el comportamiento discrepante de los estudiantes representa un papel fundamental en el origen y desarrollo del malestar docente, las dificultades propias de la tarea de enseñanza-aprendizaje, los problemas derivados de la interacción docente-estudiante, los efectos que nacen de la egoimplicación del educando en su actividad docente y de la consecuencias de la percepción de inadecuación del profesor para lograr los objetivos.
Por otra parte, los factores relacionados con el contexto pedagógico serían: la función de inspección, condiciones laborales y retribuciones, insuficiencia de material, recursos e instalaciones, ratio docente/estudiante, organización escolar, relaciones con padres y otros esduacdores, tareas burocráticas y para profesionales, así como falta de ayudas económicas para las actividades complementarias.