La teoría histórico-cultural o sociocultural de Vygotsky, igualmente conocida como abordaje socio-interaccionista, toma como punto de partida las funciones psicológicas de los individuos, las cuales clasificó de elementales y superiores, para explicar el objeto de estudio de su psicología: la conciencia. La teoría del desarrollo vygotskyana parte de la concepción de que todo organismo es activo, fundando de una continua interacción entre las condiciones sociales, que son mutables, y la base biológica del comportamiento humano. El autor observó que en el punto de partida están las estructuras orgánicas elementales, determinantes por la maduración. A partir de ellas se forman nuevas, y cada vez más complejas, funciones mentales, dependiendo de la naturaleza de las experiencias sociales de la persona.
Desde este punto de vista, el proceso de desarrollo sigue en su origen dos líneas diferentes: un proceso elemental, de base biológica, y un proceso superior de origen sociocultural. En ese sentido, es pertinente señalar que las funciones psicológicas elementales son de origen biológico y están presentes en las personas y en los animales; se caracterizan por las acciones involuntarias; por las reacciones inmediatas y sufren control del ambiente externo. En contrapartida, las funciones psicológicas superiores son de origen social; están presentes solamente en el hombre; se caracterizan por la intencionalidad de las acciones, que son mediadas. Ellas resultan de la interacción entre los factores biológicos y los culturales, que evolucionaron en el transcurrir de la historia humana.
De esa forma, Vygotsky considera que las funciones psíquicas son de origen sociocultural, pues resultaron de la interacción del individuo con su contexto cultural y social. Las funciones psicológicas superiores, a pesar de que tengan su origen en la vida sociocultural del hombre, sólo son posibles porque existen actividades cerebrales. En efecto, esas funciones no tienen su origen en el cerebro, aunque no existen sin él, por tanto, se sirven de las funciones elementales que, en última instancia, están conectadas a los procesos cerebrales.
Es necesario recordar que:
1. El cerebro no es un soporte de las funciones psicológicas superiores, sino parte de su constitución;
2. El surgimiento de las funciones superiores no elimina las elementales; lo que si ocurre es la superación de las elementales por las superiores, sin dejar de existir las elementales;
3. El autor considera que el modo de funcionamiento del cerebro se amolda, a lo largo de la historia de la especie y del desarrollo individual, como producto de la interacción con el medio físico y social.
En síntesis, el desarrollo mental está marcado por la interiorización de las funciones psicológicas. Esa interiorización no es simplemente la transferencia de una actividad externa para un plan interno, pero es el proceso en lo cual ese interno es formado. Ella constituye un proceso que no sigue un curso único, universal e independiente del desarrollo cultural.