En los procesos de aprendizaje-enseñanza, la competencia lectora es una de las herramientas psicológicas más relevantes. Su carácter transversal tolera efectos colaterales positivos o negativos sobre el resto de áreas académicas, porque, las dificultades del lector en comprensión de textos se transfieren al resto de áreas curriculares. Las habilidades en dicha competencia pueden proporcionar una eficacia transversal al resto de aprendizajes, como por ejemplo en la resolución de problemas, así como las dificultades podrían generar un desarrollo insuficiente o cualitativamente inadecuado de habilidades sociales y emocionales, e incidir positiva o negativamente en la autoestima y autoconcepto del escolar.