Sin embargo, la educación, la cultura es lo que ha rescatado al hombre de las cavernas. Sí, eso tan irrelevante como decir por favor o gracias ha conseguido producir nada menos que toda la civilización. Es por ello, que los padres y docentes, tienen la responsabilidad no solo de conservarla, sino de contribuir a su crecimiento. Cada uno de nosotros tiene el cometido de aportar algo que nos enriquezca a todos. Producir es regalar al mundo lo que no puede poseerse porque entonces no participaría del mundo. El máximo exponente de esta idea es la concepción de los hijos como miembros del mundo, y no como propiedad de los padres. Una idea muy sana tanto para los hijos, como para los padres, y para la madurez de la sociedad entera.