En la actualidad, los docentes no necesitan marcar cada error que comete un estudiante. Cualquier cosa que prometa recuperar un poco del tiempo de trabajo seguramente será un éxito. Por ello, un ahorro de tiempo que se pasa por alto es cómo manejar los comentarios.
Los educadores deben tener presente que la retroalimentación es importante para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Desafortunadamente, la mayoría tienen muchos estudiantes lo cual les impide proporcionar retroalimentación individual y cara a cara, por lo que dependen de la retroalimentación escrita para hacer el trabajo pesado. En un intento de proporcionar a los estudiantes información sobre su desempeño con regularidad, califican los trabajos hasta altas horas de la madrugada, escribiendo comentarios cuidadosamente elaborados en el margen.
Con mucha frecuencia, este tipo de retroalimentación transfiere la responsabilidad del aprendizaje a los estudiantes, quienes tienen poca comprensión de lo que deben hacer a continuación. Los educandos consumaron el trabajo asignado de la mejor manera que sabían, solo para que sus trabajos o proyectos fueran devueltos con marcas por todas partes. Sin saber qué hacer con los comentarios, algunos estudiantes los ignoran y aceptan la calificación. Otros duplican fielmente las ediciones del docente, pero no transfieren este conocimiento a su trabajo futuro.
Este ciclo continúa, frustrando tanto a docentes como a estudiantes. Lo recomendable es trabajar inteligentemente y no duro. Afortunadamente, hay maneras de ahorrar tiempo y asegurarse de que la retroalimentación sea efectiva. Al tener en cuenta las siguientes pautas:
- Concéntrese en los errores.
- Identificar patrones en los errores de los estudiantes.
- Distinga entre errores globales y específicos.
- Utilice indicaciones y pistas.
Es pertinente recordar, que los docentes deben enseñar a argumentar, razonar, pensar críticamente y a no repetir respuestas, si los estudiantes tienen claro que en el aula se permite errar sin ninguna penalización más que volverlo a intentar, la participación será mucho más activa y el aprendizaje más potente. A este respecto, el autor Laing (1968) proporciona una serie de consejos para tener en cuenta, para evitar el error habitual de preparar más material del necesario, lo que obliga a imprimir un ritmo más rápido del que el auditorio es capaz de seguir. Veamos:
- Conocer a fondo la materia.
- Tener en cuenta el tipo de auditorio.
- Prever para cada lección un comienzo o introducción, un núcleo y un final.
- Planificar la estructura de modo que ayude a comenzar por el principio y recorrer los puntos más interesantes.
- Partir de unas notas básicas.
- No perder de vista que se trata de palabra hablada y no escrita.
- Tener en cuenta el tiempo que dura la lección.
- Prever las posibles ayudas audiovisuales.
- Recordar, al preparar la clase, que lo que le aburre al profesor, aburrirá al auditorio (p. 25-27).
En síntesis, aunque realizar la retroalimentación de un trabajo requiere tiempo, los docentes necesitan hacer un buen uso de este tiempo. Pueden hacer esto enfocándose en los patrones en los errores, abordando errores específicos y globales, guiando a los estudiantes hacia una mayor comprensión. Las indicaciones son declaraciones o preguntas que hacen que los estudiantes realicen un trabajo cognitivo o metacognitivo.