La práctica reflexiva es, en la manera más simple de pensar o cavilar sobre lo que se realiza. Está estrechamente relacionado con el concepto de aprender de la experiencia, en el sentido de que se piensa en lo que se ejecutó o sucedió, y se decide a partir de esa experiencia qué se haría diferente en la próxima oportunidad.
Pensar en lo que ha sucedido es parte del ser humano. No obstante, la diferencia entre el pensamiento casual y la práctica reflexiva es que la práctica reflexiva requiere un esfuerzo consciente para pensar en los eventos y desarrollar conocimientos sobre ellos. Una vez se adquiera el hábito de utilizar la práctica reflexiva, probablemente la persona la encontrará útil tanto en el trabajo, en el estudio como en el hogar.
Existen infinitas investigaciones se han referido a la práctica reflexiva y al aprendizaje experiencial en mayor o menor medida a lo largo de los años, incluido Argyris, el autor que acuñó el término «aprendizaje de doble circuito» para explicar la idea de que la reflexión admite salir del aprendizaje único. Sin embargo, todos parecen estar de acuerdo en que la práctica reflexiva es una habilidad que se puede aprender y perfeccionar, lo cual es una buena noticia para la mayoría de nosotros.
Por lo tanto, la práctica reflexiva cierra la brecha entre la teoría y la práctica. En otras palabras, ayuda a que las personas exploren las teorías y las apliquen para alcanzar experiencias de una manera más estructurada. Estas pueden ser teorías formales de la investigación académica o propias ideas personales. Asimismo, anima a explorar las propias creencias y suposiciones al encontrar soluciones a los problemas.
De acuerdo con el autor Neil (2021), existen seis (6) pasos para desarrollar el pensamiento crítico, constructivo y creativo que es necesario para la práctica reflexiva, los cuales son:
- Leer: sobre los temas sobre los que está aprendiendo o sobre los que desea aprender y desarrollar
- Preguntar: a otros sobre la manera en que hacen las cosas y por qué.
- Mirar: lo que sucede a tu alrededor.
- Sentir: las emociones, qué las provoca y cómo manejas las negativas.
- Hablar: desde sus puntos de vista y experiencias con otras personas.
- Pensar: para aprender a valorar el tiempo dedicado.
Por lo que, no es solo el pensamiento lo que es importante. También se debe desarrollar una comprensión de la teoría y la práctica de los demás, y explorar ideas con otros. La práctica reflexiva puede ser una actividad compartida: no tiene que hacerse solo. De hecho, algunos psicólogos sociales han sugerido que el aprendizaje solo ocurre cuando el pensamiento se traduce en lenguaje, ya sea escrito o hablado.
En síntesis, aunque puede parecer un poco forzado la práctica reflexiva, puede ser útil, especialmente al principio, experimente llevar un diario de experiencias de aprendizaje. No se trata de documentar cursos formales, sino de tomar actividades y eventos cotidianos y escribir lo que sucedió, luego reflexionar sobre ellos para considerar lo que aprendió de ellos y lo que podría o debería haber hecho de manera diferente.
Referencias
Neil, T. (2021). People Skills. Bloomsbury Publishing.