Es sorprendente, que la actualidad nos encontremos con cierto desconcierto sobre lo que es y representa la creatividad, incluso entre expertos de la psicología, de la pedagogía y de las artes. Recordemos un poco la polémica sobre el tema del autor Dewey se enfrentó a la educación tradicional «centrada en el programa», la asignatura establecía la meta y determinaba los métodos de enseñanza. Del estudiante se esperaba simplemente según critica del autor «que recibiera, que aceptara. El alumno cumple su papel cuando se muestra dócil y disciplinado».
Los seguidores de la educación centrada en el educando, afirmaban que la enseñanza de asignaturas debía someter al crecimiento natural y desinhibido del estudiante. Los tradicionalistas defendían los conocimientos fuertemente adquiridos a lo largo de siglos de lucha intelectual y consideraban que la educación centrada en el estudiante era caótica, anárquica, una rendición de la autoridad de los adultos, mientras que los románticos elogiaban la espontaneidad, el cambio y acusaban a sus adversarios de comprimir la individualidad de los educandos mediante una pedagogía tediosa, rutinaria y despótica.Hasta los años 60, los estudios de la inteligencia se habían limitado al análisis del pensamiento convergente, y el autor Guilford fue quien dio el primer paso para la consideración del pensamiento divergente como entidad propia e independiente.
Es importante señalar, que el Pensamiento convergente o pensamiento orientado a la solución convencional de un problema y el Pensamiento divergente es aquel pensamiento que elabora criterios de originalidad, inventiva y flexibilidad. A través del pensamiento divergente, la creatividad puede originar tanto en la invención o descubrimiento de objetos y/o técnicas, en la capacidad para encontrar nuevas soluciones modificando los habituales planteamientos o puntos de vista; o en la posibilidad de renovar antiguos esquemas o pautas.
El pensamiento convergente suele optar por una sola solución para cada problema, de modo que toda la información ha de ordenarse y colocarse de forma correcta para conseguir deducir la solución. Personas con este tipo pensamiento, se adecúan con facilidad al tipo de trabajo que exige el sistema académico, sin poner a juicio su orientación intelectual y pedagógica. El pensamiento divergente distingue diferentes opciones, ya que enfoca el problema desde nuevos ángulos, lo que puede dar lugar a cierta variedad de recorridos y múltiples soluciones. Las personas convergentes a los que se pide que respondan al examen como si fueran divergentes, es decir, como imaginan que contestaría un pensamiento no convencional, pueden dar respuestas muy parecidas a las de los divergentes.
Lo que indica, que la forma de pensar de las personas conformistas, se debe no tanto a una incapacidad para el pensamiento original, como a la desconfianza de parecer una persona rara, al miedo a perder la aprobación de la sociedad, o una resistencia a fiarse de la intuición antes que de la razón. Este descubrimiento es muy interesante, ya que demuestra que podemos ser más creativos de lo que nos permitimos. La labor creativa supone definir un complejo proceso de reformulaciones: la meta, la situación de partida y los procedimientos para pasar de una a otra.
En síntesis, el sistema educativo beneficia al estudiante no creativo (convergente) en deterioro del creativo (divergente). No obstante, quién sea creativo/a puede tener una personalidad no «deseable»; es fácil que resulte tímido, reservado, poco inclinado a creer en la palabra del docente, prefiriendo seguir sus propias inclinaciones antes que ajustarse a las limitaciones del programa de estudios que presenta los conocimientos en partes para posteriormente unirlos, mientras que estas personas siguen el proceso inverso, al entender en un primer momento las ideas, conceptos en su totalidad.