Reflexionar en la educación y su relación con el mejoramiento de la calidad de vida implica tomar la responsabilidad de originar, tanto desde ámbitos de educación formal como no formal, la actualización de las capacidades de elección de los individuos, beneficiando la equivalencia de oportunidades para acceder a recursos que les permitan desarrollar su autonomía.
En este sentido, la UNESCO (2002) en su documento “Educación para todos, ¿va el mundo por el buen camino?” libera la educación como instrumento que derrumba los obstáculos sociales y económicos que existen en la sociedad y su importancia para alcanzar las libertades humanas. Como guía de logro, menciona que el proceso de alfabetización influye favorablemente en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas. “El vínculo entre la alfabetización y la esperanza de vida es muy sólido. Los padres con más años de estudios tienen hijos con mejor salud y que viven más tiempo”.
En este sentido, la educación es una posición necesaria para promover la salud de los individuos y las comunidades. La educación debe beneficiar el acceso a la información, el desarrollo de las habilidades para la vida, la identificación de posibilidades de elección saludables y el empoderamiento de los individuos y la comunidad para actuar en defensa de su salud. La promoción de la salud, desde la intervención educativa, se relaciona con el fortalecimiento de aquellos factores que mejoren la calidad de vida: los valores sociales (responsabilidad, solidaridad, cooperación, compromiso, entre otros), la participación de los individuos en actividades comunitarias y su integración en actividades grupales positivas (deportes, lecturas, arte, entre otras); la integración de la familia a la actividad escolar y el desarrollo personal de los individuos (autoestima, relaciones interpersonales, proyectos de vida, superación de obstáculos, derechos y deberes, entre otros).
La educación en su esfera formal de desarrollo, asume, a través de la escuela, un rol fundamental en la promoción de factores protectores de los individuos y su comunidad. En este sentido, las acciones de promoción y prevención escolar están destinadas a los educandos, a sus familias y a la comunidad circundante.
Se toma que los factores de protección son aquellos que reducen el potencial de los sujetos de asociarse a conductas de riesgo social.
- La cooperación y la solidaridad.
- La promoción de la autonomía personal.
- El fomento de la autoestima y la confianza en las propias capacidades.
- La promoción de la comunicación asertiva.
- El establecimiento de relaciones de igualdad.
- La comunicación fluida y bidireccional.
- La participación del estudiantado en el proceso educativo.
- La inclusión de docentes accesibles, comprometidos con los intereses de los estudiantes.
- La promoción de un clima social empático.
- El fomento del trabajo cooperativo.
- El establecimiento de vínculos positivos con la familia y la comunidad.
Otros factores protectores a considerar en los programas de intervención educativa serían:
- La formación en valores (respeto, perseverancia, compromiso, responsabilidad, amor, testimonio, honor, cooperación, entre otros).
- La información sobre cuidado de la salud (alimentación, drogas lícitas e ilícitas, sexualidad, entre otros).
- La promoción de competencias sociales (capacidades de los individuos para poder intervenir sobre la realidad y transformarla resolviendo los problemas a los que se enfrentan, con capacidad de resistencia frente a factores de riesgo que operan en su contexto).