El aburrimiento en una clase de clases se elimina como la bruma en una montaña. Con un golpe de viento, un brote de verdadero interés que revivan a los estudiantes. ¿Cree usted que el clima de una clase, cambia radical y favorablemente por unas palabras acertadas del docente?
Por supuesto, el entusiasmo con el docente las pronuncia, o por tan solo una mirada de atención o un gesto de interés dirigido a sus estudiantes. Un educador que en su labor profesional logra revelar su contento, sus ganas de aprender, su certeza personal ayuda a exteriorizar lo que piensa, y esto lo que realmente reaviva a sus educadores. No es nuevo escuchar, que los estudiantes están dispuestos a seguir a los docentes que son auténticos, que piensan lo que viven, que dicen lo que piensan y que viven lo que dicen; que respetan, que exigen, pero también aclaran, corrigen y saben dar oportunidades; y por supuesto educadores que dominan la materia que imparten y no dejan de aprender y actualizarse día a día.
Además, es cierto, que cuantos más recursos domine un docente, más posibilidades tendrá a la hora de educar, pero tiene que saber adaptar esos recursos a las capacidades y características de sus estudiantes. Así mismo, estamos consiente que la solución al problema del aburrimiento no se encuentre en introducir en el aula nuevas tecnologías o técnicas de trabajo cooperativo, puesto que éstos son únicamente herramientas de apoyo, útiles, pero sin el dominio apropiado causara más aburrimiento.
En síntesis, un docente aburrido es capaz de aburrir a sus estudiantes con cualquier aplicación de las nuevas tecnologías, mientras que un educador creativo, ameno y divertido, es capaz de hacer disfrutar a sus estudiantes el aprendizaje del abecedario o las tablas de multiplicar.
En esta nueva era, se necesita docentes cuyas metodologías estén centradas en los contenidos, pero también son importantes las formas. Necesitamos educadores cuyas evaluaciones vayan dirigidas al resultado final de la enseñanza que desarrollan y a lo que los estudiantes aprenden, pero igualmente al grado en el que los estudiantes disfrutan aprendiendo. El docente no puede aburrir, no puede matar las ganas de aprender de sus educandos.
Los estudiantes de hoy, necesitan docentes competentes, creativos, entregados y entusiasmados. Educadores que amen lo que hacen y que sean capaces de cautivar la atención de su aula de clases con su trabajo. Cualidades que son de un buen docente que no pueden inventarse, y que hay que cultivar con esfuerzo y empeño día a día. Este es el reto para los docentes que no están dispuestos a aburrirse en su trabajo y que, por supuesto, no quieren que sus estudiantes se aburran.