La institución educativa es el espacio donde se aprueban o suspenden exámenes, en donde acontecen divertidas cosas, en donde se tropieza con nuevas perspectivas y se adquieren destrezas. Pero, es, además un lugar en donde los estudiantes se sientan, escuchan, aguardan, alzan la mano, entregan un papel, forman filas y afilan sus lápices. En la institución educativa se desencadena la imaginación y se acaba con los equívocos. Pero, es asimismo un sitio en donde se ahogan las inspiraciones y se graban iniciales en las superficies de las mesas, en donde se recoge el dinero para algunos artículos necesarios y se forman filas para el recreo.
Las expectativas institucionales pueden conducir al elogio, su ausencia puede determinar conflictos. En realidad, la relación entre el currículum oculto y las dificultades del estudiante es aún más sorprendente que la relación entre dicho currículum y el éxito del estudiante. Consideremos, por ejemplo, las condiciones que llevan a una acción disciplinaria en clase ¿Por qué los educadores amonestan a los estudiantes? ¿Por qué el estudiante ha dado una respuesta errónea? ¿Por qué, por mucho que lo intentó, no ha conseguido entender las complejidades de una división larga? Generalmente no. Se regaña a los educandos por llegar tarde, por hacer mucho ruido, por no atender las explicaciones del docente o por empujar en las filas.
En otras palabras, la ira del docente se desencadena con mayor frecuencia debido a las violaciones de las normas institucionales y de las rutinas consiguientes que a causa de indicios de deficiencias intelectuales en los estudiantes. Las exigencias del currículum oculto acechan en el fondo incluso cuando consideran las dificultades más profundas que suponen claramente un fracaso académico. Cuando se requiere en la institución la presencia de los padres porque está retrasado en aritmética ¿cuál es la explicación proporcionada del escaso rendimiento de su hijo? Normalmente se culpa a las deficiencias motivacionales del estudiante y no a sus carencias intelectuales. Puede incluso que el educador llegue a decir que el estudiante no se siente motivado en las lecciones. ¿Pero qué significa esto?
Significa, en síntesis, que el estudiaste ni siquiera lo intenta. Y no intentarlo, reduce con frecuencia a no cumplir con las expectativas institucionales, a no llegar a dominar el currículum oculto. Los psicómetras describen a una persona como experta en test, cuando ha captado suficientemente los trucos de su construcción para responder correctamente a unas preguntas, aunque no conozca el material sobre el que se la examina. Del mismo modo, podría creer en algunos estudiantes como expertos en el aula han descubierto cómo responder con un mínimo esfuerzo e incomodidad a las demandas tanto oficiales como no oficiales de la vida en el aula.
Las instituciones educativas, poseen reglas y tradiciones propias que sólo pueden dominarse a través de una prolongada experiencia. Pero, no todos los estudiantes son igualmente hábiles con estas reglas escolares. Realmente, resulta útil imaginar la existencia de dos currículos en el aula, entonces podríamos preguntarnos, respecto a la relación entre ambos, si su dominio conjunto exige unas cualidades personales compatibles o contradictorias, es decir: las mismas fuerzas que son responsables de los logros intelectuales del estudiante ¿favorecen también al éxito en su conformidad con las expectativas institucionales? Es probable que esta pregunta carezca de respuesta definida, pero promueve la reflexión, e incluso una breve consideración de la interrogante conduce a un conjunto de cuestiones educativas y psicológicas.