Las contradicciones u obstáculos en nuestras vidas es un modo de definir un fenómeno o realidad. Para poder comprender lo que presume una pedagogía del error, se debe saber en que consiste la pedagogía que sostiene su supresión. La oposición entre los supuestos o principios de una y otra concepción, así como su puesta en práctica, nos proporcionará nuevos modelos y formas de enseñar. Desde que la corriente tecnológica ha estado presente en el entorno educativo, a través de modelos y sistemas del proceso de enseñanza-aprendizaje, la enseñanza ha estado caracterizada por el principio de la eficacia en los resultados.
La eficacia, relación entre objetivos, medios y resultados, permanece como denominador común tanto en los planteamientos científicos, como en las sistematizaciones docentes. La enseñanza programada, innovadora en su momento, es un fiel reflejo del principio de eficacia infundido por las nuevas tecnologías aplicadas a la educación. Instauran la nueva enseñanza en el principio de evitación del error. Para ello, se llevarán a cabo diseños en los que se garantice el éxito del educando al realizar las asignaciones o ejercicios programados.
El principio de progresión graduada, alusivo a la racionalidad del contenido, obedece a igual criterio de evitación del error. El razonamiento inmediato busca la satisfacción en el conocimiento del resultado. La repetición frecuente del refuerzo exige el diseño de etapas cortas y numerosas. A través del mecanismo didáctico de la ejercitación, el educando va adquiriendo confianza y conciencia de éxito en las tareas de aprendizaje. No obstante, aún existe otro principio más explícito que elimina toda duda sobre esta pedagogía del éxito a la que nos referimos. Es el principio de las respuestas correctas.
El docente debe tener presente que el fracaso des anima al educando y perjudica su aprendizaje; es preciso, en consecuencia, favorecer el éxito, provocando la respuesta correcta en la mayoría de las preguntas. El error, como cualidad instructiva, debe entenderse como conducta evitativa y contraproducente ya que desanima, distancia, infunde complejos. Nos abordan múltiples preguntas en torno a tales planteamientos: ¿Cómo se está precisando el error? Es decir, lo negativo del error; la eventualidad está presente en innumerables descubrimientos, asociado a fallos, errores, equivocaciones, como aliado de la ciencia. El progreso es deudor del azar, aprovechado por hombres creativos, abiertos a lo nuevo, aunque no fuera lo que inicialmente buscaban.
La pedagogía del éxito, ha sido una idea asumida tanto por los teóricos de la educación como por los profesionales de la enseñanza, desde los orígenes de la pedagogía hasta nuestros días. La eficacia en el proceso de enseñanza-aprendizaje se fundamenta en estos cuatro principios: la seguridad, la facilidad, la solidez y la rapidez. Al considerar los errores de esta forma se tiene diversos efectos negativos en nuestros educandos:
1. Crea una duda de sus potenciales, porque siempre temen equivocarse.
2. No les permite crecer adecuadamente como personas o profesional.
3. Puede conducir un aumento desconsiderado del abandono aprendido.
4. Se secciona de forma abrupta su capacidad de asumir consecuencias ante sus actos.
5. Se potencia en ellos una dependencia cada vez más real.
6. Se activan las sintomatologías de “no sirvo para nada”, “soy un inútil”, “no seré nadie en la vida”.
7. Anulan las capacidades de resiliencia que pueda desarrollar cualquier persona.
En síntesis, las ventajas de una pedagogía del dominio son las siguientes:
1. Iguala los resultados y garantiza unos mínimos de rendimiento para todos;
2. Elimina la competencia interpersonal y la selección escolar;
3. Reduce la importancia de los títulos y diplomas formales.
Son condiciones generales de una pedagogía del éxito, la definición del dominio, presente en una pedagogía por objetivos, la integración de la evaluación y la consecución de un nivel mínimo de rendimiento como criterio de dominio.