Por muchos años en el ámbito social, se ha considerado que las familias son las únicas responsables de satisfacer las necesidades afectivas y valorativas de sus hijos, mientras que la institución educativa ha sido destinada a la satisfacción de sus necesidades intelectuales y académicas. No obstante, a partir de múltiples estudios, se establece que no se pueden disgregar las capacidades formadoras de la familia y la institución educativa, siendo central el rol de ambas para el desarrollo integral de los estudiantes.
Hoy tendremos por objeto principal reflexionar desde un amplio cuerpo de investigaciones aquellos factores de las familias que se ha observado que tienen incidencias sobre los rendimientos académicos. La investigación en relación a los resultados de aprendizaje de los educandos diferencia tres grandes categorías de variables familiares que afectan poderosamente el éxito escolar de los estudiantes, como son:
1) Actitud y conductas de los padres frente al aprendizaje;
2) Recursos relacionados con el aprendizaje y clima familiar;
3) Estilos de crianza.
Por ende, favorecer el conocimiento y desarrollo de estas variables al interior de la familia podría ser una estrategia muy relevante para mejorar los aprendizajes.
En la actitud y conductas de los padres frente al aprendizaje, encontramos:
- Nivel de compromiso y participación.
- Nivel de expectativas.
- Nivel de valoración activa y manifiesta de las capacidades.
En los, recursos relacionados con el aprendizaje, tenemos:
- Disponibilidad de espacios para el estudio.
- Disponibilidad de materiales para el aprendizaje.
- Participación familiar en actividades recreativas y culturales.
- Modelos parentales o familiares.
En él, clima familiar y estilos de crianza, observamos:
- Calidad del vínculo y las relaciones.
- Estilo de disciplina.
- Estilo de comunicación y resolución de conflictos.
- Formación socio afectiva.
En síntesis, podemos reflexionar que uno de los pilares de la formación socio-afectiva es el desarrollo en los educandos de una buena autoestima, es decir, tener una buena opinión de sí mismos. Esto es fundamental, ya que la autoestima es uno de los elementos de mayor incidencia en la vida de las personas y tiene un gran impacto en el rendimiento escolar de los estudiantes. Tener una buena imagen personal, confianza en sí mismo y ser consciente de las habilidades que se tienen depende de la actitud y modo de relacionarse de los padres con sus hijos. Así como, lo sustenta el autor Milicic, para todo esto es imprescindible generar al interior de la familia un clima emocional cálido, participativo, comprensivo y focalizado en lo positivo, donde el aporte del niño sea reconocido.