El desarrollo humano tiene lugar cuando se observan cambios duraderos. En la persona coinciden el cambio y la estabilidad, dado que los cambios de las diversas competencias personales acontecen a distintas velocidades y en su interacción producen cierta estabilidad. Las discrepancias en los cambios indican que el desarrollo adulto puede manifestarse multidireccionalmente, es decir, en algunas competencias de manera estable y en otras aumentando o disminuyendo.
Por ende, este hecho permite reflexionar sobre la relación entre los cambios y las distintas competencias. Las preguntas clave de una psicología del desarrollo de la edad adulta serían, si se dan verdaderos cambios con el aumento de edad, qué magnitud encierran estos, en qué ámbitos pueden observarse y si se manifiestan relacionados entre sí. Además, habría que investigar cómo se producen. Dado que los cambios suceden de manera distinta en las diversas competencias, conviene hablar de una multidimensionalidad y una multidireccionalidad.
Asimismo, es necesario describir los cambios, según las características de cada persona o cada grupo. El influjo de la experiencia y del propio historial, el prolongado hábito en criterios cognitivos y conductuales o el efecto de diversos contextos educativos, sociales, entre otros., componen una serie de variables decisivas. Se han de considerar, pues, los cambios diferenciales, al aumentar la edad. Las diferencias de cambio entre las personas y dentro de la misma persona conforman, por tanto, la base de la gran variabilidad dentro del grupo de las personas mayores.
Los procesos que pueden iniciarse para alcanzar las metas pueden ser la ampliación de las actividades de ocio o el ajuste de las disposiciones financieras. El contexto histórico-social obliga a la tarea de adaptarse a los cambios de edad y de reafirmarse en la pertenencia al grupo de personas mayores. Todo ello, debe acompañarse de una gran flexibilidad en los cambios de roles a desempeñar. Esto se consigue, con frecuencia, potenciando los roles familiares, por ejemplo, el rol de abuelos. Otra concepción directa es el desarrollo de la edad adulta, que establece cuatro etapas para la adultez y tres para la senectud.
Al explicar los retos especiales de la vida adulta, el autor Peck propone cuatro problemas o conflictos del desarrollo adulto:
• Aprecio de la sabiduría frente ae la fuerza física. A medida que empiezan a deteriorarse la resistencia y la salud, las personas deben canalizar gran parte de su energía de las actividades físicas hacia las mentales.
• Socialización. Es otro ajuste impuesto por las restricciones sociales y por los cambios biológicos.
• Flexibilidad emotiva. La flexibilidad emotiva es el origen de varios ajustes que se hacen en la madurez, cuando las familias se separan, cuando los amigos se marchan y los antiguos intereses dejan de ser el centro de la vida.
• Flexibilidad frente a rigidez mental. El individuo debe luchar contra la tendencia a obstinarse en sus hábitos o a desconfiar demasiado de las nuevas ideas. La rigidez mental es la tendencia a dejarse dominar por las experiencias y los juicios anteriores.
En síntesis, las decisiones tomadas en los primeros años de vida sientan las bases de las soluciones en los años de la adultez y las personas maduras comienzan ya a resolver los desafíos que se les presentarán en la senectud. Las labores de desarrollo no sólo indican las metas que la persona debe perseguir, sino, además, aquellas que debe pasar por alto, llegada cierta edad. Mientras que las metas adaptadas a la edad se ven reforzadas y apoyadas socialmente, las metas inadecuadas quedan rechazadas y privadas del apoyo instrumental necesario.