Actualmente existen diferentes enfoques para la comprensión e intrusión en el aprendizaje organizacional. El enfoque de las Comunidades de Práctica, puede considerarse como un perfil novedoso de organización y actuación colectivas durante la gestión del aprendizaje en las organizaciones. Lo distintivo, respecto a los otros enfoques, es que sitúa a la práctica como la categoría central en el análisis: el recurso de aprendizaje más valioso que posee la organización.
Las comunidades de práctica han existido siempre y no constituyen instancias artificialmente ampliadas dentro de las organizaciones sociales, sino, que retoman las existentes; destacan su existencia informal como una emergencia espontánea de los grupos que comparten una práctica siempre contextualizada y donde tienen su expresión el aprendizaje situado y la actividad situada. Las Comunidades de Práctica tienen diversos vínculos, algunos autores las han catalogado como comunidades técnicas, comunidades de conocimiento o de aprendizaje; otros se refieren a ellas como grupos temáticos o clubes de tecnología, sociedades de aprendizaje, redes de aprendizaje o de conocimiento, cada vez más en boga con el auge de las nuevas tecnologías de la información que posibilitan la existencia de comunidades virtuales a través de la Internet.
El autor Brown, define a las comunidades de práctica como grupos de personas que por estar trabajando juntos durante un largo tiempo pueden compartir sus prácticas y sus ricas experiencias, así como elaborar sus propios mecanismos de confianza que permiten el libre fluir de la ideas; de esta forma se reconoce la existencia de condicionantes afectivas que catalizan las relaciones entre sus miembros. Establecen una forma novedosa de manejar el conocimiento en la organización donde se combinan armónicamente la práctica, el aprendizaje y la innovación.
Otro rasgo exclusivo de este enfoque es que ha sido desarrollado en su totalidad por antropólogos, sociólogos y psicólogos. Sus fuentes son diversas como la teoría de la actividad, la psicología crítica, la psicología ecológica, la antropología cognitiva y las perspectivas etnometodológicas. La Teoría Social del Aprendizaje, enfatiza la noción del aprendizaje como participación social. Aprender implica participar de manera activa en las prácticas de las comunidades sociales, así como construir identidades en relación con estas comunidades, pues participar en una práctica no solo da forma a lo que hacemos sino también conforma quiénes somos y cómo interpretamos lo que hacemos.
En síntesis, el conocimiento es una materia de competencia en relación con ciertas empresas valoradas socialmente; y conocer es cuestión de participar en la consecución de estas empresas comprometiéndose de una manera activa en el mundo. El significado es en última instancia lo que debe producir el aprendizaje, pero el significado no existe ni en nosotros ni en el mundo sino en la relación dinámica de vivir en el mundo. La generalidad de aprendizaje situado, indica precisamente el carácter contextualizado del aprendizaje, que no se reduce a las nociones convencionales de aprendizaje “in situ” o aprendizaje haciendo, sino a la participación del aprendiz en una comunidad de práctica, o sea, en un contexto cultural social de relaciones de donde obtiene los saberes necesarios para transformarla y transformarse.