El ritmo del progreso tecnológico es cada vez más rápido, alcanzando un crecimiento exponencial. Ello significa que la sociedad evoluciona también más rápidamente para tratar de adaptar su desarrollo del conocimiento a los cambios tecnológicos. Es esa necesidad de adaptación la que requiere de un nuevo sistema de aprendizaje. Desconocemos el futuro inmediato por la rapidez del cambio y, por tanto, el viejo sistema educativo resulta ineficaz para preparar al joven que debe salir al mercado de trabajo. Adaptación, gestión de la información, análisis de las herramientas, desarrollo y compartir el conocimiento, relación social horizontal, creatividad e innovación. Esas son las principales habilidades que debe perseguir la educación al formar a los jóvenes del futuro. Y no solo eso, sino que el trabajador que ya está en el mercado de trabajo debe aprender en el método de la formación y adaptación continua.
La educación debe ser un continuum, que no dure estrictamente unos años ni se limite a un espacio cerrado con un programa concreto sujeto a evaluaciones determinadas. Para adaptarse al continuo cambio, debemos educar y educarnos en el aprendizaje continuo. Usemos las tecnologías, nuevos espacios y grupos para replantear el aprendizaje formal y tomar en consideración sería el informal. Compartir información, volcar las experiencias en espacios abiertos y compartidos, gestionar información, asistir a cursos, jugar, experimentar, crear, equivocarse, corregir, adaptarse, buscar nueva información, revisar información de expertos del ámbito que nos interese desde cualquier lugar, registrar y compartir nuestra propia experiencia individual y de equipo, aprender alumno y educador el uno del otro. Así es como el sistema educativo que surgirá permitirá formar personas preparadas para el entorno laboral actual y aprenderemos a movernos cómodamente en entornos rápidamente cambiantes.
Los estudios etnográficos contribuyen en gran medida a interpretar y conocer las identidades, costumbres y tradiciones de comunidades humanas, situación en la que se circunscribe la institución educativa como ámbito sociocultural concreto. La etnografía insta al empoderamiento de los docentes como intelectuales de la educación; como actores sociales protagónicos; como líderes investigadores, auténticos conocedores de sus propios contextos. Se plantea el uso del método, como una valiosa alternativa para el emprendimiento de estudios en educación, especialmente encaminada al desarrollo o fortalecimiento de la investigación social, en cumplimento de la insoslayable tarea docente de potenciar la producción académica e investigativa en sus comunidades.
Al hacer uso de la etnografía como herramienta investigativa, el docente tiene la oportunidad de desarrollar una amplia gama de estudios acerca de su contexto; sus propias prácticas, escenarios y procesos didáctico-pedagógicos. Como miembro de la comunidad educativa, el docente goza del contacto cotidiano; el ejercicio de su labor le facilita ser parte del grupo, hacerlo de manera comprometida.
En síntesis, es una oportunidad para aportar y gestionar nuevos conocimientos que contribuyan de manera más efectiva a la comprensión de problemas educativos, su intervención y la transformación social de las propias comunidades educativas, condición sine qua non para el mejoramiento y cualificación de la educación desde su ámbito de actuación: el quehacer docente.