Desde siempre ha existido un enorme interés en conocer el futuro, aun a sabiendas de que el futuro es por definición incierto y “Quien prevé el futuro es un impostor, porque el futuro no está escrito, sino que está por hacer” (Godet, 1989b). El término Prospectiva fue introducido por un francés, Gaston Berger, quien lo definió como el arte y/o la ciencia de estudiar y prever el futuro.
La prospectiva como metodología se inscribe en el intento de descifrar algunas pautas del futuro por medio de un examen minucioso de las tendencias a largo plazo que se pueden establecer a partir del análisis del presente, la previsión de inflexiones y de rupturas, el diagnóstico de los retos que el futuro señala, y de las estrategias que, en consecuencia, se pueden adoptar (B. Porcel, 1993). No cabe duda de que, para cualquier actividad económica, el conocer o anticipar lo que puede suceder en el futuro, resulta una ventaja competitiva indudable. En este sentido, la Prospectiva se presenta como una herramienta de trabajo, muy utilizada tanto en compañías, instituciones educativas y por gobiernos, que facilita la toma de decisiones sobre las estrategias a seguir.
En el caso concreto de la tecnología, la Prospectiva se puede definir como un intento sistematizado de investigar el futuro a largo plazo de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad. Su objetivo se centra en identificar, mediante la utilización de diversas metodologías, cuáles pueden ser las demandas futuras de la economía y de la sociedad, y, en consecuencia, cuáles deberían ser las posibles soluciones ofertadas por la ciencia y la tecnología. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico la Prospectiva Tecnológica se concibe como: “Tentativas sistemáticas para observar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad con el propósito de identificar las tecnologías emergentes que probablemente produzcan los mayores beneficios económicos y/o sociales”.
La prospectiva no es sólo una ventana para pensar en el futuro suponiendo cuál va a ser la evolución actual, sino que permite explorar futuros alternativos identificando las oportunidades científicas y los factores que pueden afectar a la habilidad necesaria para su explotación tecnológica. Esto hace que sea un instrumento necesario para las tareas de planificación, puesto que permite establecer vías de actuación basadas en disponer de información sobre las tecnologías emergentes y las áreas científicas más relevantes. Además, integra las opiniones de numerosos expertos creando una base de información racional que puede, y debe, ser utilizada para recomendar acciones a los responsables, para decidir prioridades de financiación o vías de desarrollo, que cuentan así con un respaldo objetivo a las decisiones que deben tomar en el desempeño de sus funciones.
En síntesis, cabe señalar en este sentido que los trabajos de prospectiva son largos y muy costosos, por lo que realmente sólo están al alcance de grandes empresas u organismos públicos. No obstante, los resultados de estos informes, aportan investigación sobre cuáles pueden ser las tecnologías del futuro, los gustos de la población, los intereses sociales, entre otros., que pueden servir de base para la toma de decisiones sobre ciertas líneas estratégicas a seguir por la institución. Es importante tener presente siempre que se trata de previsiones del futuro y como tales, están sujetas a un importante margen de error.