El siglo XXI deja atrás los anémicos textos escritos, la tiza, las exposiciones magistrales y los ejercicios de rellenar los espacios en blanco propios de otras épocas, moviendo la enseñanza y el aprendizaje hacia un entorno rico en oportunidades para entender y utilizar materiales complejos, comunicar de manera incisiva, planificar y organizar el propio trabajo, resolver problemas matemáticos y científicos, crear ideas y productos y utilizar nuevas tecnologías en todos estos procesos.
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