
Los procesos de innovación son arduos y no siempre culminan con éxito, las personas innovadoras se caracterizan por su energía, por su motivación y entusiasmo para llevar adelante sus ideas, por su persistencia y su capacidad para trabajar duro, han de ser luchadores. Asimismo, es importante que tengan seguridad en sí mismos, iniciativa, independencia y determinación para alcanzar objetivos. Por lo tanto, innovar es arriesgarse, pero con límites, lo ideal es tener una combinación de tolerancia al error y capacidad para asumir riesgos calculados.
Por ende, la innovación es un proceso que consume recursos de muy diversa índole, por lo que, se necesitan personas con habilidades gestoras, capaces de planificar y gestionar recursos económicos, materiales, personas e información, de concretar y llevar a la realidad las propuestas que han surgido de los procesos creativos. Adicionalmente, la persona que lidera un equipo dedicado a la innovación debe tener la capacidad para ejercer esa función, lo que implica capacidad de anticipación, es decir, imaginar necesidades y oportunidades, visión del futuro deseado y capacidad para difundirla a los demás y especialmente para movilizar el compromiso de los demás miembros del equipo; además, precisa tener habilidades gestoras: definir los objetivos, seleccionar participantes, organizar el equipo, tomar decisiones, establecer estructuras, entre otros.
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