Actualmente, los docentes deben verificar su comprensión. Se puede utilizar evaluaciones formales formativas o sumativas, de opción múltiple, de respuesta corta, de ensayo, de emparejamiento y formas icónicas de pruebas relacionadas. Pero, también pueden ser informales: conversaciones, recorridos por galerías, bocetos y entre otros.
Las verdades incómodas de la evaluación, y una de las podría ser que, los docentes en lugar de centrarse en el diseño de la evaluación, podría centrarse en un clima de evaluación. Es decir, un aula donde se toman instantáneas de comprensión con frecuencia y naturalmente, sin el estrés del rendimiento para el estudiante, o la carga de resultados de datos enormes e inmanejables para los educadores.
Entonces, ¿qué pasa con la evaluación como un propósito? Si una evaluación es no tradicional y no amenazante, puede desarmar el proceso de verificar la comprensión. Cuanto menos formal sea la forma, menos reservado o ansioso se volverá el estudiante. El estrés y la preocupación pueden detener rápidamente la capacidad de pensar del educando, lo que arroja resultados engañosos, una «calificación» deficiente que implica que un estudiante comprende mucho menos de lo que realmente entiende.
De esa manera, las herramientas para las actividades de evaluación y procesamiento formativo, puede ser útil a medida que recopila datos de todos los estudiantes, desde los pequeños académicos hasta los estudiantes para quienes el aula podría ser un lugar muy incómodo.
A continuación, listaremos algunas herramientas útiles para este proceso:
- Resúmenes
- Señales manuales
- Ensayo de un minuto
- Mensaje de analogía
- Mapa conceptual
- Verificación de conceptos erróneos
- Conferencia estudiantil
- Pausa de 3 minutos
- Observación
- Autoevaluación
- Tarjeta de salida
- Verificación de cartera
- Exámenes
- Entrada de diario
- Respuesta coral
- Idea Spinner
- Preguntas orales
- Escritura de marcos
- Cuadernos de datos de estudiantes
- Completa tus pensamientos
En síntesis, las herramientas de evaluación proporcionan al estudiante recursos para la aplicación práctica de los contenidos y facilitan la comprensión de los procedimientos y conceptos específicos de la materia. Las actividades también pueden proveer herramientas para facilitar la comunicación entre los estudiantes y el docente, así como para el seguimiento y la evaluación.