El autor Marin (2015) resalta que la dificultad de escribir no reside exclusivamente en los aspectos gramaticales u ortográficos sino de la linealidad del lenguaje versus reticularidad del pensamiento, como, asimismo en la organización del texto y recursos del lenguaje. Además, exterioriza a la interrogante ¿Escribir se aprende escribiendo? “que es posible aprender a escribir y aumentar las habilidades mediante el ejercicio y la práctica profesionales” (Marin, 2015, p.23). No obstante, que para escribir es necesario “la inspiración”.
Ante el cuestionamiento de las personas se realizan sobre ¿Qué es “escribir bien”? Marin sustenta que una “buena escritura consiste en lograr que las ideas estén formuladas de modo claro y fluido” (2015, p.24), en otras palabras, un texto sin vacíos, párrafos consistentes, oraciones directas, sintaxis y léxico inflexibles, conceptos amplios al igual que evitar la proliferación de conceptos desconocidos para el lector. Por lo tanto, es necesario que el escritor se haga consciente para que pueda aportar una mejor orientación. Desde otra mirada se debe conocer cuál es público lector, las normas de rigen la escritura, las pautas y reglas que se deben desarrollar en el texto, como, además, los requisitos de publicación o exposición de trabajos, tales como: extensión del trabajo, fuente, referencias, normas de citados, normas de formas, entre otros.
Por consiguiente, es de gran importancia a la hora de redactar cualquier documento realizar un análisis previo del tema que involucra el por qué, cómo, cuál, dónde del tema, en otras palabras, en la estructuración del esqueleto del texto, tal como señala la autora Marin “el esqueleto del texto es fundamental para organizarse, porque permite no empezar por el principio, sino por la parte que más se conoce, o sobre la que se tiene más información” (2015, p.29).
En la actualidad, nos encontramos sumergidos en una sociedad posmoderna, como, multicultural, distinguida por los persistentes avances científicos, tecnológicos y educativos, que propone nuevos requerimientos, interrogantes y desafíos al ámbito educativo-científico. La educación e investigación del siglo XXI no puede resignarse con ser una herramienta de generación de información, al contrario, debe verse como un cosmos favorecido para la reconstrucción del pensamiento crítico de una cultura confusa, heterogénea, rica, versátil, así como, dinámica, donde el conocimiento científico refine la calidad educativa y el crecimiento personal-colectivo de los individuos. Todo ello, hace necesario reflexionar sobre el rol que las instituciones educativas deben ofrecer en la construcción del conocimiento y divulgación científica, desde un paradigma inclusivo, flexible e intercultural para poder otorgar el beneficio de las competencias y oportunidades que ofrece el conocimiento en el ámbito educativo-científico.
En síntesis, para materializar una producción científica o académica de calidad se hace necesario enseñar, concientizar a las personas desde las universidades. Redactar es una tarea compleja pero fascinante, por ello, se hace necesario conocer todas estas herramientas, recomendaciones y prácticas que realizar el autor Marin en su libro. Por ende, se hace necesaria una estrategia metodológica basada en el experiencia colaborativa, participativa y continua entre las redes del conocimiento para que la producción original pueda ser expresada de manera pertinente a la comunidad lectora.
Referencia
Marin, M. (2015). Escribir Textos Científicos y Académicos. Fondo de Cultura Económica.