La capacidad del ser humano de transferir sus conocimientos y experiencias le ha dado una gran ventaja, la de enseñar y aprender. No obstante, el conjunto que se forma entre enseñar y aprender no es nada simple, juicio por la cual en las agrupaciones profesionales y de docentes tienen lugar importantes debates e intercambios sobre la instrucción.
Como resultado de este argumento se establecen dos puntos de vista, el más aceptado o usual, mantiene que la enseñanza y el aprendizaje se constituyen en una unidad didáctica y dialéctica, enfocándolos como dos métodos no antagónicos, sino complementarios. Desde otra perspectiva, se plantea que enseñar y aprender son dos procesos diferentes. Enseñar hace referencia a las situaciones y acciones docentes externas al sujeto, dirigidas a estimular algún tipo de modificación en su sistema cognoscitivo o afectivo, mientras que aprender hace referencia las modificaciones internas del individuo. Asimismo, una adecuada estructura de la enseñanza no garantiza un buen aprendizaje, ya que este depende, en última instancia, de los factores internos del sujeto que aprende, como su nivel cognitivo, motivación, que condicionan el efecto favorable o no de la enseñanza.
Ahora bien, más que debatir la validez o no de una u otra posición, se considera adecuado indicar que desde otro punto de vista, enseñar y aprender aunque no son sinónimos, realmente se trata de dos facetas adicionales de la evolución de los seres humanos. De ahí que el desarrollo socio-cultural se vaya generando en diferentes contextos humanos dentro de los cuales se enmarcan distintas formas de enseñar y aprender. El desarrollo humano se realiza en la afinidad de las interacciones que se establecen entre él y todos los recursos humanos y materiales que su contexto le ofrece.
En este orden de ideas, se deduce que es un proceso de enseñanza-aprendizaje como un fenómeno universal requerido para la continuidad cultural, a través del cual una generación prepara a otra que le sucede. Fundamentalmente, su objetivo es originar un cambio que puede ser de la ignorancia al saber, de reconstruir nuevos conocimientos a partir de lo previamente conocido. Se puede resumir diciendo que es un proceso socio-cultural, a través del cual se comparten significados entre individuos.
Particularmente, en el proceso docente-educativo, la relación entre enseñanza y aprendizaje, entendida como proceso lineal o causal, deja de tener sentido, para crear como un proceso que nos representamos en espiral, en el que el sujeto va tomando conciencia de la lógica de sus propias acciones y operaciones como aprendiz, en la medida que el docente vaya proporcionándole experiencias de aprendizaje en las diferentes áreas del conocimiento a partir de las aportaciones de la didáctica, la psicología, etc., y de su propia experiencia docente. Por otra parte, es indiscutible también que existen otros factores que interactúan para que la enseñanza y el aprendizaje sean posibles, a saber, el objeto de estudio, el contexto social en que se lleva a cabo, los métodos aplicados, etc.
Como resultado de lo se ha mencionado hasta aquí, resulta necesario precisar, qué entendemos por enseñar y qué por aprender. Donde, el significado etimológico de la palabra enseñar nos envía a contextos que exceden ampliamente los límites de la institución educativa. De esta manera, enseñar en su sentido más amplio significa instruir, educar, preparar para la vida y el trabajo. Desde el punto vista educativo, dominar científicamente el proceso de enseñanza y administrado conscientemente de manera de preparar al individuo para asumir la responsabilidad de su autoformación en el cambiante contexto científico-tecnológico, el desarrollo de habilidades y competencias a lo largo de su vida, se trata, de una educación constante que tenga en cuenta promover el desarrollo biológico, cognitivo y social del individuo.
Dentro de esta aspecto, aprender se considera el proceso de construcción y reconstrucción de saberes sobre objetos, procesos y fenómenos por parte del sujeto que aprende al obtener no sólo conocimientos, sino también formas de comportamiento, aptitudes, valores, etc., todo ello en correspondencia con sus conocimientos previos, experiencias, motivaciones, intereses, contexto sociocultural, etc.
Sin embargo, todo el contexto físico o social en que se desarrolla el individuo es objeto y estímulo de aprendizaje, independientemente que la sociedad no le atribuya de forma implícita o explícita la función de enseñar. Ciertamente, estos factores han influido en que la educación contemporánea se manifieste un notable interés por “la visualización social de las situaciones educativas” o por proyectar la institución educativa a la vida real y viceversa, todo ello en un contexto efectivo y enriquecedor de intercambio social.
En cualquier actividad humana, se da la comparación entre los factores procedentes del medio y los procedentes del sujeto. Como consecuencia de esta comprobación, se produce el aprendizaje que se realiza tanto fuera como dentro del contexto educativo y que es modelado, estimulado o contenido por las enseñanzas que en la institución educativa se le ofrecen, por las enseñanzas que recibe de otras fuentes del saber y por la elaboración que él aplica a un cúmulo de realidades y experiencias que, consciente o inconscientemente, incorpora en su desempeño mental, afectivo y social.