La Taxonomía de los objetivos en la educación, conocida igualmente como taxonomía de Bloom, y consiste en la categorización de los diferentes objetivos y habilidades que los docentes pueden presentarles a sus estudiantes. La idea nació en una reunión de la Asociación norteamericana de psicología en 1948, con el propósito de facilitar la comunicación e intercambio de materiales entre los investigadores.
El proyecto resultante incluía tres dominios: cognitivo, afectivo y psicomotor, sin embargo, sólo los dos primeros fueron desarrollados inicialmente. La taxonomía de Bloom es jerárquica, es decir, asume que el aprendizaje a niveles superiores depende de la adquisición del conocimiento y habilidades de ciertos niveles inferiores. Además, muestra una visión global del proceso educativo, originando una forma de educación con un horizonte holístico.
Existen tres dimensiones en la taxonomía de los objetivos en la educación propuesta por Benjamin Bloom, como son:
1. Dimensión afectiva: La manera como las personas se reaccionan emocionalmente, su habilidad para sentir el dolor o la alegría de otro ser viviente. Los objetivos afectivos apuntan típicamente a la conciencia y crecimiento en actitud, emoción y sentimientos. Hay cinco niveles en el dominio afectivo, los cuales son: recepción, respuesta, valoración, organización y caracterización.
2. Dimensión psicomotora: La habilidad para maniobrar físicamente una herramienta o instrumento. Los objetivos psicomotores generalmente apuntan en el cambio desarrollado en la conducta o habilidades. Comprende los siguientes niveles: Percepción, disposición, mecanismo, respuesta compleja, adaptación y Creación.
3. Dimensión cognitiva: Es la habilidad para pensar las cosas. Los objetivos cognitivos giran en torno del conocimiento y la comprensión de cualquier tema dado. Hay seis niveles en la taxonomía, son los siguientes: Conocimiento, comprensión, aplicación, análisis, síntesis, evaluación.
En síntesis, la idea central de esta taxonomía es qué han de desear los docentes que los educandos aprendan a conocer cuáles son los objetivos educacionales. Además, tienen una estructura jerárquica que va del más simple al más complejo, hasta llegar al de la evaluación. Cuando los educadores elaboran los programas han de tener en cuenta estos niveles y, mediante las diferentes actividades, ir avanzando progresivamente de nivel hasta llegar a los más altos.