La crítica es algo tan antiguo como la humanidad misma. La definición de crítica, según el diccionario de la RAE (Real Academia Española), reza de la siguiente manera: “Examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.…. Conjunto de los juicios públicos sobre una obra, un concierto, un espectáculo, etc.”
Además, debemos resaltar que existen dos tipos básicos de crítica: constructiva y destructiva. La crítica constructiva es aquella que busca la mejoría del trabajo en todos los aspectos, señalando las fallas con tacto y objetividad, dando sugerencias de cómo mejorarlos o corregirlos; igualmente señala los aciertos y de ser posible, como destacarlos. Generalmente, la crítica constructiva verdadera es bien recibida por un gran número de personas debido a que se sienten realmente motivados a mejorar cuando se señalan sus fallos y aciertos por igual. En cambio, la crítica destructiva tiene como fin “destruir”, al señalar única y exclusivamente las fallas en los que incurre la persona.
Es importante resaltar que no todas las críticas que señalen fallas son constructivas, porque el sólo hecho de señalar los errores de una forma continua y muchas veces sin tacto, en ocasiones puede tener un efecto desmoralizante para la persona, y, por ende, pierden toda su cualidad constructiva. A menudo la crítica destructiva se hará por el simple placer de destruir y satisfacer en un “disfraz” psicológico de “sabelotodo” en la materia, o impulsados por un prejuicio de alguna índole, dependiendo de lo que se trate.
La crítica puede emitirse en diferentes contextos; sin embargo, uno de los ámbitos en los que suelen formularse mayor cantidad de críticas es en el trabajo docente. Dadas las responsabilidades, funciones, jerarquías, eficiencia y productividad, así como otros factores que inciden en el desempeño laboral; los trabajadores se encuentran más expuestos tanto a formular como a recibir críticas de cualquier persona. Es por ello, que la crítica constructiva debe estar acompañada de una actitud madura, responsable, llena de respeto por los demás, no importando el rango o jerarquía pues todas las personas merecemos el mismo trato.
Este tipo de crítica en el aula de clases busca un cambio favorable y expresar un verdadero sentido de colaboración, ya que considera una atención a necesidades, deficiencias o propósitos de los demás. A través de la crítica constructiva se da la realización de otros valores. Por otro lado, cualquier comentario fuera de lugar o falto de delicadeza, no solo ofende, destruye además la buena comunicación, la imagen y opinión que se tiene de las personas y, por si fuera poco, habla muy mal de nosotros. Para que nuestra crítica tenga valor, se requiere una actitud honesta, leal y sencilla.
En síntesis, si es un docente quien recibe la crítica:
1. Asume el compromiso de mostrarte receptivo: Piensa que cuando alguien te hace una crítica te regala la oportunidad de aprender a hacer mejor las cosas y puedes extraer una lectura positiva de aquello que los demás te comentan.
2. Analiza el contenido en vez de la forma: Si eres consciente de que en muchas ocasiones lo que parece ser un ataque no es más que una sugerencia mal planteada, allanarás el terreno y te ahorrarás disgustos innecesarios.
3. Relativizar los comentarios personales: Lo mejor es relativizar el comentario y tratar de neutralizar a quien lo profiere. Si alguien critica tu aspecto, puedes pedirle que diga qué es exactamente lo que le molesta y qué relación guarda eso con tu puesto de trabajo.
Si es un docente el quien realiza la crítica:
1. Practique el diálogo DEP (Describir, Expresar, Pedir): Es una estrategia de petición de cambio de comportamiento, que evita los juicios de valor, reproches, exigencias, amenazas, interpretaciones o valoraciones personales y los conflictos en el aula, provocados por la calificación de la conducta ajena.
2. Describe el problema: Se debe exponer con todo detalle, la situación en la que se encuentra y que ha suscitado su malestar. Cuánto más datos proporciones, más el otro lo entenderá. Pero, se debe exponer lo que ocurre sin calificarlo, trasmitiendo la información cómo para que pueda entenderte una persona ajena al conflicto, utilizando el qué, el cuándo, el cómo, el dónde y el quién.
3. Expresa lo que afecta: Explicar de qué forma le afecta el comportamiento del otro o la situación en que se encuentra.
4. Se debe formular en primera persona, teniendo en cuenta que eres el que se siente molesto o incómodo. Al asumir la responsabilidad de sus emociones evitará confrontaciones innecesarias.
5. Pide un cambio: Es el momento de solicitarle al otro lo que desea y demostrar el modo en que deseas que se conduzca la próxima vez. Trata de ser muy concreto y específico en la petición. Ten presente que de ello dependerá el éxito de toda la operación.