Es importante señalar que la capacidad cognoscitiva incluye la inteligencia, los conocimientos, las habilidades y los hábitos. No obstante, el término inteligencia incluye todo el funcionamiento cognoscitivo y en este sentido se iguala al de capacidad intelectual. Puede haber diferencias en cuanto a la acepción específica que se da a cada uno, pero no existen dudas en cuanto al hecho de que ambos manifiestan a una misma esfera de fenómenos: los procesos cognoscitivos o intelectuales.
Por otro lado, nos parece que también podemos hablar de capacidades afectivas, motivacionales y volitivas. De acuerdo con el libro de Psicología de Smirnov, se denominan capacidades las cualidades psíquicas de la personalidad que son condición para realizar con éxito determinados tipos de actividad. Sin embargo, B.M. Tieplov ha expresado: «Se entiende por capacidades las particularidades individuales que no se reducen a los hábitos, saber hacer y conocimientos, sino que pueden explicar la facilidad o la rapidez con que los mismos pueden adquirirse».
En los procesos cognoscitivos, que participan en la regulación ejecutora y que determinan cómo realizar la actividad conforme a las condiciones objetivas, forman y se manifiestan la inteligencia, los hábitos, los conocimientos y las habilidades. El carácter es el conjunto de propiedades inductoras de la personalidad. La inteligencia, las habilidades, los conocimientos y los hábitos constituyen el conjunto de propiedades ejecutoras de la personalidad.
En el contexto, es necesario diferenciar las capacidades cognoscitivas o intelectuales del carácter y de la motivación. Esta diferencia es esencial e irreducible, pues mientras en las capacidades intelectuales predomina lo cognoscitivo y lo ejecutor, en el carácter predomina lo afectivo y lo inductor, lo motivacional. Sin embargo, esta diferencia no puede ser absoluta, extrema, pues las capacidades intelectuales y el carácter, las capacidades intelectuales y la motivación, se encuentran en unidad. La motivación y el carácter participan dentro de las capacidades cognoscitivas, como una unidad importante de las mismas. La inteligencia sólo actúa si en ella se manifiesta el carácter y la motivación.
En toda conducta inteligente existe un componente afectivo, un factor motivacional y caracterológico. Capacidades cognoscitivas de un lado y carácter y motivación del otro se penetran, influyen, condicionan, transforman y determinan recíprocamente. De este modo el desarrollo de las capacidades cognoscitivas se produce en su interacción, penetración y reflejo recíprocos con el desarrollo del carácter y de la motivación. Lo inverso también debe decirse: la inteligencia, las habilidades, conocimientos y hábitos actúan dentro de la motivación y de las emociones.
Igualmente es necesario diferenciar las propiedades de la personalidad de sus procesos psíquicos. Las capacidades intelectuales se manifiestan y se forman preponderantemente en los procesos cognoscitivos (sensopercepción, memoria, imaginación, pensamiento, entre otros.) pero no se pueden identificar o igualar o hacer coincidir las capacidades cognoscitivas de la personalidad con sus procesos Porque en los procesos cognoscitivos no solamente se expresan y actúan las capacidades, sino que además se forman en ellos y se refleja el mundo externo.
Los procesos psíquicos, que se manifiestan en el mundo y regulan la actividad, fueron los que primariamente engendraron las capacidades cognoscitivas. Una vez surgidas éstas, ellas se manifiestan y actúan en procesos cognoscitivos de un nivel superior y así se conforma la espiral del desarrollo. Ahora bien, esta diferenciación entre las capacidades y los procesos cognoscitivos no indica de ninguna manera su separación. La capacidad cognoscitiva puede estar «dormida», existir sólo en forma potencial, como propiedad. Pero si la capacidad se «despierta, actúa, regula el comportamiento, se manifiesta como proceso psíquico, actuando como pensamiento, como memoria, imaginación, entre otros.