La importancia de la educación como factor del desarrollo social, cultural, político, económico y humano, es hoy reconocida unánimemente. Aunque es difícil, prácticamente imposible, medir cuantitativamente la relación entre ambos factores, pero puede probarse lógicamente, con argumentos tan concluyentes como los de tipo matemático. La educación es un proceso de formación permanente que tiene como fin capacitar a todos los ciudadanos, fundamentándose en sus derechos y deberes.
Hoy en día, la educación en Venezuela ha tratado de cambiar varias veces el pénsum académico, incluir a los consejos comunales como parte de la comunidad educativa, se ha propuesto eliminar la autonomía universitaria y se ha llegado a la deslegitimación de todo los estudiante o docentes que vaya en contra de las propuestas del gobierno. Como, además, la educación está paralizada por falta de presupuesto, discusión de contrataciones colectivas y normas de homologación.
La educación venezolana está en crisis, en vez de discutirse por los avances, progresos, y temas fundamentales para la educación venezolana, apenas se está luchando por el futuro del país. En Venezuela se debieran estar debatiendo sobre temas primordiales como: mejorar la educación pública, incrementar el número de planteles educativos, incrementar los beneficios económicos, subir los índices académicos para optar a la carrera de educación, incentivar la investigación, especialización y maestrías, ofrecer comedores escolares, revisión del pénsum académicos e incorporación de materias fundamentales que permitan la comprensión del mundo actual.
Pero, no es así Venezuela está en crisis ¿qué ha de pasar entonces, con aquellos sueños e ilusiones, no sólo de nuestras generaciones antecedentes, sino también de las venideras? ¿Se quedarán en el aire y posteriormente en el olvido? Podríamos preguntarnos, ¿qué pasará con ese cúmulo de experiencias y preguntas sin respuesta?, pero el momento que vive Venezuela no es el más indicado para dar respuestas a estas interrogantes. Los venezolanos, nos estamos enfrentamos a un instante en el que los hechos obligan a tener un plan para actuar como país.
Podríamos preguntarnos, entonces, ¿cuál será la importancia de la educación en una población? La pregunta podrá parecer simple y sencilla, sin embargo, si se mira con detalle, nos encontramos con muchos escenarios de análisis y proyección para responderla. De acuerdo con el “Diccionario etimológico de la lengua española”, educación se puede definir como “un proceso de transmisión de conocimientos y contenidos destinado a desarrollar todas las potencialidades de un individuo”.
Si se reflexiona desde el punto de vista práctico, es posible afirmar que es un punto de partida, un camino, una llave de apertura a muchas puertas desconocidas. La educación se nos presenta como el pilar en el que una sociedad se puede apoyar para crecer y fortalecerse. Una sociedad educada, es una sociedad que prospera. Puede suceder que el avance no sea el más acelerado, pero desde que sea fundado y trabajado, poco a poco será el más sólido y compacto. Por tal razón, la importancia de la educación en una nación o región determinada es vitalísima, pues conduce a caminos de desarrollo.
La educación es un sendero que permite a muchos que fueron llevados por él, conducir en un futuro próximo a otros seres humanos con ansias de desarrollo, con ansias de superación. Esa es la que me atrevería a llamar una verdadera educación: aquella capaz de transformar realidades. No es fácil conseguir una educación que permita estas transformaciones. Son contados quienes tienen una visión de ella, que es al mismo tiempo trascendental y alejada del orgullo y el egoísmo, pero cercana y de la mano del progreso y el desarrollo social.
En síntesis, es necesario reflexionar como país, la importancia que revisten los verbos formar y educar. Se trata de esclarecer quiénes serán el futuro de nuestro país, el futuro del desarrollo. Pero, también son los formados quienes en un futuro serán formadores, quienes deberán asumir, con la iniciativa y fortaleza necesarias, aquellas labores que poco a poco se han ido consolidando en los lugares escasos donde se toman el asunto con propiedad. Tenemos frente a nosotros, dos caminos: el de materializar realidades con calidad y certeza, o el de seguir divagando en el infinito panorama de interrogantes sin respuestas, donde yace la falta de progreso y desarrollo.