Hoy en día, si se analiza el contexto educativo y formativo actual se puede apreciar una gran tendencia a introducir las TIC en los procesos de formación. Esto afecta no sólo a los docentes, sino que afecta asimismo a los estudiantes y al propio proceso de Enseñanza-Aprendizaje. Pero, ¿Cuál de estos tres elementos del proceso pedagógico se transforma más con el uso de las TIC? La respuesta correcta, es que los tres y cada vez más, aunque no se desee caer en la incongruencia de creer que utilizar las TIC es la solución a todos los problemas del contexto educativo, ni que estas van a lograr, por si mismas, una clara mejora de la calidad y de los rendimientos académicos.
Las TIC son un medio, un recurso o un entorno, y que su presencia no implica, necesariamente, sustituir a nadie. Simplemente inducen a una redefinición de las funciones docentes y tutoriales, y, por ende, una cierta indeterminación que a veces da la sensación de desorganización y de que realmente las TIC ha superado al hombre, como profesionales, para siempre.
Las funciones de los educadores cambian cuando debe desarrollar sus actividades en un entorno Tecnológico, que igualmente deja de tener limitaciones geográficas, físicas, temporales y que tiende a dar respuesta a grupos de estudiantes cada vez más heterogéneos y diversos, y por ello, se cree que deben redefinirse su labor profesional, así como las funciones que deberá asumir en el desarrollo de ésta.
Por ello, se debe de tener en cuenta el hecho de que el docente tenga una actitud positiva o negativa a la hora de desarrollar su tarea en entornos tecnológicos estará fuertemente condicionado por:
- La infraestructura de comunicaciones de que disponga en su centro y/o puesto de trabajo.
- El nivel de exigencia del entorno respecto al uso de las TIC.
- La posibilidad de integrar la tecnología en los entornos de formación.
- Su preparación para el uso de esta tecnología.
- La disponibilidad del docente para una formación permanente.
Además, el docente debe ser capaz de cambiar sus estrategias de comunicación, ya que es distinto comunicarse con un auditorio presencial que hacerlo con un auditorio virtual, el canal y las estrategias a utilizar son distintas. La comunicación verbal dependerá de la calidad de las comunicaciones, en muchas ocasiones más que de la fluidez del orador. En cuanto a la comunicación no verbal, y aún en el caso de poder transmitir imagen en tiempo real, dejará de tener una función específica. En cualquier caso, un buen comunicador presencial acostumbrará a serlo también en entornos tecnológicos y un mal comunicador difícilmente mejorará en un entorno de estas características.
En síntesis, en la actualidad, el docente debe estar preparado para hablar delante de una cámara, y delante de estudiantes presenciales. Los ejes espacio-temporales y los espacios tangibles que han constituido, los elementos fundamentales en la organización de los procesos educativos cambian totalmente de sentido. El tiempo es relativo y el espacio intangible, por tanto, el educador deberá buscar otros referentes para planificar y gestionar su tarea, tanto docente como organizadora y de gestión.