En la actualidad, se puede apreciar que los cursos presenciales o virtuales predomina el modelo transmisivo de información. Es decir, permanecen estáticos, continúan centrados en los mecanismos de distribución de datos, carecen de la interactividad, no tienen en cuenta la colaboración de edición, ni tampoco el aprendizaje construido y conectado.
Se ha cuestionado la práctica pedagógica basada en la memorización y la repetición, además la pedagogía critica que han realizado autores clásicos de la educación, nos lleva a enfrentamos a las exigencias comunicativas y cognitivas de las generaciones emergentes con la cibercultura. En la enseñanza online el docente sigue tratando a los estudiantes como recipientes de la información y no como agentes de colaboración, sin tener en cuenta el intercambio y la co-creación, que son las prácticas predominantes en el ciberespacio.
Esta situación se ha agravado con el paso de los años, el sistema educativo predominante en la actualidad está basado en la lógica de la sociedad industrial donde la institución educativa sigue basándose en los principios de la producción fabril y los procesos de enseñanza-aprendizaje se articulan según Freire e Illich (2002: 43) como si fueran “una línea de montaje de 30 a 50 individuos alrededor de una figura que determina lo que constituye o no educación”.
Para Tapscott (2010) el modelo pedagógico que se pone en práctica aún hoy fue proyectado para el contexto de la sociedad industrial cuando la industria precisaba de operarios que hicieran lo que les era requerido en un proceso de producción fragmentado y en serie. Este modelo basado en el aprendizaje de masas, se diferencia sustancialmente de entornos de aprendizaje donde se llevan a cabo otras prácticas pedagógicas y comunicativas.
Diferentes autores (Silva, 2010; Tapscott, 2010; Santaella & Lemos, 2010; Aparici, 2010) afirman que el modelo pedagógico industrial está tan adaptado en las practicas escolares cotidianas que un cambio real va a demorar mucho tiempo, hasta tal punto que los ordenadores e Internet siguen utilizándose en función del sistema educativo basado en docentes que transmiten contenidos.
En síntesis, frente al paradigma transmisivo hegemónico, podemos hablar de una práctica dialógica que está cada vez más presente fuera de las aulas. Así lo especifican Aubert y otros (2008, 31), quienes precisan que “en la actual sociedad de la información, es a través del diálogo con las personas no expertas”. En este sentido, el autor García Canclini (2007) señala que la comunicación dialógica a través de las redes virtuales cambia los modos de relacionarse, de reunirse, amar y saberse amados o acaso imaginarlo.
