Hoy en día, en el ámbito educativo es de suma importancia conocer la influencia del pragmatismo en el aula ya que existen reglas edificadas socialmente que guían cómo los individuos interactúan entre sí. La pragmática se remonta a principios del siglo XX y fue presentada por Morris (1901-1979) como “el estudio de la relación de los signos con los intérpretes” (1938, p. 6). En la lingüística moderna, la pragmática se define ampliamente como el estudio del uso del lenguaje en contexto. Las reglas guían la toma de épocas, saludos, contacto visual, lenguaje corporal y la manera en que se hace referencia a las personas en las conversaciones. Por lo tanto, estas reglas se pueden describir como la pragmática del lenguaje oral y, a menudo, se aprenden implícitamente. No obstante, no todas las personas desarrollan una comprensión de la pragmática simplemente estando inmersos en situaciones sociales.
Para algunas personas, se necesita la enseñanza explícita del lenguaje social y manera en que el lenguaje varía según sus contextos. De acuerdo con el autor Raban (2014), es importante “consolidar la conciencia implícita con la comprensión explícita” (p. 6). La pragmática se puede considerar en términos de lenguaje tanto expresivo como receptivo, en otras palabras, las convenciones sociales de hablar y escuchar, en un contexto. Es relevante recordar que entre las diferentes culturales pueden existir discrepancias pragmáticas. Por consiguiente, es pertinente considerar los factores tácitos, relacionados con la pragmática, que promueven o impiden el habla efectiva en el aula. La agrupación de los estudiantes es uno de esos factores. Los docentes deben decidir cuándo los estudiantes seleccionan a sus compañeros de conversación y cuándo se seleccionan los compañeros de conversación para los estudiantes. Las conversaciones que presentan un desafío, como una discusión ética, pueden ser más adecuadas para grupos seleccionados por ellos mismos, en las etapas iniciales, para ayudar a generar confianza.
Otro factor para considerar es la disposición de los asientos de la clase. Un grupo de estudiantes sentados en el suelo, frente al docente que está sentado en una silla, establece la estructura social tradicional del aula, que puede ser más propicia para un patrón de conversación IRF (iniciación, respuesta, retroalimentación), en lugar de un patrón dialógico. Sentar a los estudiantes en forma de herradura o de cuadrado con el educador incluido en el patrón de asiento permite que todos los participantes se vean entre sí y establece una relación pedagógica diferente (Alexander, 2008).
Un tercer factor que considerar, es la cantidad de tiempo que el docente dedica a las respuestas de los estudiantes. Algunos puntos de la lección exigen una respuesta instantánea por parte de los estudiantes, pero también se pueden brindar oportunidades para respuestas extensas más reflexivas si se les da tiempo para pensar antes de responder (Mercer & Dawes, 2008). La inclusión del tiempo para pensar hace explícito el vínculo entre hablar, escuchar y pensar y aprender.
En síntesis, enseñar vocabulario y frases comunes es una actividad fundamental en el aula. No obstante, asimismo es importante enseñar la pragmática para ayudar a los estudiantes a usar el lenguaje de manera adecuada en diferentes situaciones.
Referencias
Alexander, R. (2008). Culture, dialogue, and learning. In N. Mercer and S. Hodgkinson. (Eds.) (2008). Exploring Talk in Schools. SAGE Publications.
Raban, B. (2014). Talk to think, learn, and teach. Journal of Reading Recovery. Spring.