Una cultura escolar tóxica puede tener graves consecuencias en su salud mental y física de las personas, así como en su calidad de vida en general. Son muchos los docentes el día de hoy, que han renunciado a sus puestos laborales, luego de que le recetaran medicamentos para la presión arterial alta, dolores en el pecho, insomnio y una lista de problemas de salud.
A continuación, listaremos algunas señales de advertencia de las culturas escolares tóxicas:
- Sin sentido claro de propósito. Si los lideres escolares y docentes no comparten un objetivo común, trabajarán en su propia agenda, lo que eventualmente creará un conflicto.
- Relaciones hostiles entre el personal, estudiantes y padres. Cuando los adultos de la sala se pelean, nadie puede concentrarse bien en lo más importante: los estudiantes.
- Un énfasis en las reglas sobre las personas o la misión. Este problema a menudo se crea a nivel de distrito. Los docentes están más enfocados en las reglas que en servir a los estudiantes y sienten que tienen poca libertad para hacer su trabajo.
- Ausencia de diálogo honesto. Los lideres que evitan las conversaciones difíciles con los dicentes y abordan los problemas reasignando al educador o cambiando el horario no están realmente sirviendo a los niños.
- Más autoconservación que colaboración. Cuando la autopreservación tiene prioridad, es difícil que las buenas ideas y docentes talentosos se queden.
- Canales secundarios activos sobre líneas formales de comunicación. Si se dice y se logra algo más en reuniones no oficiales después de la reunión de personal, es una señal de que los docentes y la facultad no confían entre sí. Si la fábrica de rumores lo controla todo, deja una oportunidad para que la gente haga sus propias narrativas. Quien controla la narrativa controla la cultura de tu escuela.
- Castigo en lugar de reconocimiento. Si los colegas castigan el mal comportamiento y no recompensan el buen comportamiento, la cultura alienta a los estudiantes y al personal a hacer lo mínimo para evitar ser castigados, pero no para sobresalir.
- Una falta de seguridad palpable. Si las personas tienen miedo de hablar, no pueden abordar los problemas de frente. Cuando los docentes no tienen la libertad de mostrarse vulnerables, no se sienten seguros en conversaciones incómodas.
- Un pequeño grupo que controla la conversación. Si unas pocas voces dominantes controlan la cultura de su escuela, la toxicidad prospera. Es imperativo encontrar maneras de ayudar a todos a hablar.
- Ausencia de toma de riesgos. Las personas tienen miedo de hacer lo que creen que es correcto porque tienen miedo de alejarse del grupo. Si los docentes no intentan nada nuevo, los estudian son los que sufren.
En síntesis, esta problemática se ve a diario a nivel mundial, el personal dedicado está abandonando la profesión. Po ello, se recomienda a los lideres educativos trabajar en una institución donde los valores sean promovidos. Además, impulsar el respeto, honestidad, integridad y colaboración. Tratar a las personas por igual es algo esencial en la educación, para así enseñar, liderar sin distinción de credo, raza o color.