El pensamiento crítico se define como la capacidad de analizar, evaluar y sintetizar información de manera razonada y fundamentada (Paul & Elder, 2019). En el contexto educativo, esta competencia resulta fundamental para formar ciudadanos capaces de enfrentar la sobrecarga informativa y discernir la veracidad de los contenidos a los que están expuestos cotidianamente.
Autores, como Lipman (2003) sostiene que el pensamiento crítico implica más que la simple adquisición de conocimientos: supone cuestionar, problematizar y reconstruir saberes desde una postura activa. En la era digital, donde la desinformación prolifera, esta habilidad se convierte en una herramienta indispensable para la autonomía intelectual. Según Facione (2011), el pensamiento crítico engloba dimensiones como la interpretación, el análisis, la inferencia y la autoevaluación. Desarrollar estas competencias permite a los estudiantes no solo comprender la información, sino también juzgar su calidad, su relevancia y su aplicabilidad en contextos diversos. En este sentido, Ennis (2015) enfatiza que la enseñanza del pensamiento crítico debe ser intencionada, transversal y situada. No basta con incluir ejercicios aislados; es necesario construir entornos de aprendizaje donde el cuestionamiento y la argumentación sean prácticas cotidianas. Por último, Elder & Paul (2020) recuerdan que el pensamiento crítico es una disposición permanente, que debe ser cultivada a lo largo de toda la vida. La educación contemporánea, por tanto, tiene el desafío de formar pensadores críticos capaces de dialogar, innovar y transformar su entorno.
En síntesis, la estructura del pensamiento crítico, acompañada por la IA, configura una nueva epistemología del conocimiento en la era digital. Mientras la IA ofrece capacidades excepcionales para procesar, organizar y presentar información de manera eficiente, es el pensamiento crítico humano el que aporta la capacidad de interpretar, cuestionar, contextualizar y valorar éticamente los datos generados. Por lo tanto, el pensamiento crítico no puede ser automatizado, ya que implica disposiciones intelectuales profundas como la humildad, la perseverancia y la empatía intelectual. En este sentido, la IA se convierte en una herramienta que, al ser gestionada con criterio crítico, amplía las fronteras de la reflexión, fomenta la toma de decisiones fundamentadas y fortalece el compromiso ético del ser humano con la construcción de un conocimiento significativo y socialmente responsable.
Referencias
Elder, L., & Paul, R. (2020). Critical Thinking: Tools for Taking Charge of Your Learning and Your Life. Pearson.
Ennis, R. H. (2015). Critical thinking: A streamlined conception. Critical Thinking Across the Disciplines, 26(2), 5-12.
Facione, P. A. (2011). Critical Thinking: What It Is and Why It Counts. Insight Assessment.
Lipman, M. (2003). Thinking in Education. Cambridge University Press.
Paul, R., & Elder, L. (2019). The Miniature Guide to Critical Thinking Concepts and Tools. Foundation for Critical Thinking.