APRENDER NUNCA ENVEJECE | DOCENTES 2.0

En las últimas décadas, la educación de adultos ha dejado de ser un campo marginal para convertirse en una prioridad estratégica en las políticas de desarrollo humano y social. La alfabetización digital, entendida como el conjunto de competencias necesarias para interactuar de manera crítica y eficiente con las tecnologías de la información, es hoy una condición indispensable para la plena inclusión en la sociedad del conocimiento (Unesco, 2022). Aprender en la adultez ya no es solo una cuestión de superación personal, sino también de supervivencia cultural y profesional. La frase «nunca es tarde para aprender» cobra una nueva dimensión cuando la tecnología redefine el acceso a la información, la participación ciudadana y el desarrollo laboral.

La brecha digital generacional constituye uno de los desafíos más visibles en este contexto. Mientras los nativos digitales se integran de forma fluida al ecosistema tecnológico, millones de adultos enfrentan barreras cognitivas, económicas y afectivas para apropiarse de las herramientas digitales. Según el informe de la OCDE (2023), el 38% de los adultos mayores de 45 años en los países miembros presentan baja competencia en entornos digitales. Este dato no solo refleja un problema técnico, sino también una exclusión estructural que limita el ejercicio de derechos fundamentales, como la educación continua, el acceso a servicios y la participación democrática.

Ante esta realidad, la tecnología no debe verse únicamente como un reto, sino como un recurso clave para el empoderamiento del adulto. Plataformas de e-learning, tutoriales interactivos, aplicaciones móviles con interfaces simplificadas y entornos de aprendizaje personalizados constituyen estrategias efectivas para promover la alfabetización digital en adultos (Salinas & de Benito, 2021). El objetivo no es imponer la tecnología, sino mediarla pedagógicamente desde la empatía, la contextualización, el respeto por los ritmos y trayectorias del aprendiz adulto.

El aprendizaje andragógico, como enfoque centrado en el adulto, debe guiar estas intervenciones tecnológicas. Knowles (1980), pionero en la educación de adultos, ya advertía que el adulto necesita comprender la utilidad del conocimiento para comprometerse con el aprendizaje. En este sentido, los programas de alfabetización digital más efectivos son aquellos que integran contenidos relevantes para la vida cotidiana: desde aprender a usar un cajero automático hasta agendar una cita médica en línea o comunicarse con familiares por videollamada. La tecnología cobra sentido cuando responde a una necesidad significativa.

Además, la alfabetización digital no se limita a aprender a usar dispositivos, sino a desarrollar un pensamiento crítico ante la información. Es aquí donde entra en juego el concepto de multialfabetización, propuesto por Kalantzis & Cope (2019), que integra competencias tecnológicas, comunicativas, informacionales y éticas. Un adulto que adquiere estas habilidades no solo accede a internet, sino que también sabe buscar, seleccionar, contrastar y producir conocimiento. Este enfoque integral es clave para formar ciudadanos activos y no solo consumidores pasivos del entorno digital.

La tecnología también abre nuevas posibilidades para la inclusión educativa de adultos en situación de vulnerabilidad. Programas como los de alfabetización móvil en zonas rurales, plataformas adaptadas a personas con discapacidad visual o auditiva y redes de aprendizaje intergeneracional han demostrado que el acceso a la tecnología puede ser una vía concreta para el desarrollo comunitario (Selwyn & Facer, 2022). La clave está en diseñar ecosistemas inclusivos, donde lo digital no sustituya lo humano, sino que lo amplifique.

El rol del educador en este proceso es irremplazable. Lejos de ser meros facilitadores técnicos, los docentes deben actuar como mediadores culturales que ayuden al adulto a resignificar su relación con la tecnología desde una pedagogía del respeto, la horizontalidad y la motivación permanente. Según Imbernón (2020), educar a adultos implica acompañar procesos de transformación personal que trascienden la instrucción. La alfabetización digital, por tanto, debe ser también alfabetización emocional, identitaria y ética.

En síntesis, aprender nunca envejece, especialmente cuando el aprendizaje se ancla en la dignidad y la autonomía. La tecnología, lejos de ser un obstáculo, puede convertirse en una aliada poderosa para que los adultos del siglo XXI se reconecten con el conocimiento, el trabajo y la comunidad. No se trata de imponer dispositivos, sino de ofrecer oportunidades significativas de crecimiento. Porque en la era digital, educar a adultos es, en definitiva, una forma de justicia social.

Referencias

Imbernón, F. (2020). La formación permanente del profesorado: Nuevas perspectivas. Graó.

Kalantzis, M., & Cope, B. (2019). Multiliteracies for a Digital Age. Routledge.

Knowles, M. (1980). The Modern Practice of Adult Education: From Pedagogy to Andragogy. Cambridge Adult Education.

OCDE (2023). Skills Outlook: Skills for a Digital World. OECD Publishing.

Salinas, J., & de Benito, B. (2021). Diseño de entornos virtuales de aprendizaje para adultos. Revista de Educación a Distancia, 21(65), 1–23.

Selwyn, N., & Facer, K. (2022). Learning and Technology: Critical Perspectives. Bloomsbury.

Unesco (2022). Understanding Literacy: Adult Learning and Education in the Digital Age. UNESCO Institute for Lifelong Learning.

 

 


Ruth Mujica

Ruth M. Mujica-Sequera

Autor del Blog Docentes 2.0: Dra. Ruth Mujica-Sequera, es venezolana y está residenciada en el Medio Oriente desde el año 2011. Fundadora y CEO de Docentes 2.0 y la Revista Tecnológica-Educativa Docentes 2.0. Ingeniero de Sistema con Doctorado en Tecnología Educativa y Posdoctorado en Ciencias. La Dra. Ruth Mujica-Sequera es la Embajadora Latinoamericana de la Tecnología Educativa - Embajadora Nacional de Venezuela reconocida por ReviewerCredits