La dramatización o juego dramático se comenzó a utilizar como recurso educativo a principios del siglo XX. El autor Cadwell Cook (1917) la utilizaba en clase, y explicó que lo hacía por un lado porque el juego es la mejor forma de aprendizaje, y por otro, porque el aprendizaje más significativo se hace mediante la práctica y no mediante la instrucción. En los años treinta, después de la primera guerra mundial, famosos hombres del teatro empezaron a acudir a las escuelas para utilizar el teatro como medio pedagógico, y así comenzó la corriente llamada “theater in education” (TIE).
En la misma época el Belgrade Theater de Coventry (Inglaterra) se convirtió en una de las sedes más importantes de esta corriente y fue el centro de formación de profesores-actores, que utilizaban las representaciones teatrales con el fin de plantear situaciones problemáticas a los estudiantes, para reflexionar y pensar en cómo resolverlos. La distinción entre teatro y dramatización en educación se produjo en Norteamérica, cuando la docente Ward utilizó por primera vez en 1930 el concepto “creative dramatics” para referirse a las actividades lúdicas y expresivas que realizaba en clase mediante la dramatización.
Asimismo, en Europa se interesaron por la formación del profesorado en este terreno, dado al interés que empezó a tomar lo creativo en la práctica educativa. Así podemos nombrar autores donde abogan por la utilización de la actividad dramática en cualquier tipo de asignatura. Otra influyente autoridad en este terreno ha sido la profesora y teórica inglesa Dorothy Heathcote (1967), para quien la dramatización consiste en que el alumno reflexione sobre una situación desde dentro de ella. Además, propicia un espacio de reflexión e interpretación colectiva y el debate de opiniones, mediante lo cual se puede realizar una reformulación colectiva de la situación que se ha planteado.
La dramatización en educación, es una potente herramienta para la educación en valores y la educación emocional. Igualmente, es un elemento motivacional que nos permite también desarrollar la creatividad de los educandos, por lo que puede aportar mucho al currículo de lengua y literatura castellana. A pesar de ello, no parece ser una metodología habitual en dicha materia.
En síntesis, en el sistema educativo y el modelo de enseñanza actual se hace mención constante a las inteligencias múltiples de Gardner. De acuerdo al autor López (2009), mediante la dramatización se trabajan al menos cuatro de ellas: la plástico-musical, la lingüísticoliteraria, la dramática y la sonoro-musical. Con esta última idea podemos comprobar que la dramatización se presenta como un recurso educativo muy completo y que no hace más que facilitar el camino hacia el aprendizaje integral de nuestros estudiantes.