Hoy en día, reconocer la difícil realidad que se vive a diario en las instituciones educativas es, un indicio destacable. No obstante, la solución a este complejo escenario no puede originarse de una simple adición de recursos bajo el esquema ya conocido de la asistencia por estudiante, dado que no existe certeza que avale su efectividad en el mejoramiento de la calidad de la educación, especialmente de aquella que reciben los estudiantes de pocos recursos.
En ese sentido, han salido voces de alerta en distintos sectores sobre sus consecuencias para el sistema educativo. Una breve inspección al sistema escolar permite observar que estamos frente a desafíos de gran magnitud. Sin embargo, estas iniciativas que han buscado mejorar la calidad y equidad de la educación, se han desarrollado en el contexto de un sistema educativo estructurado en base a mecanismos de mercado y al rol subsidiario del Estado.
Las modificaciones introducidas durante los últimos años dejaron ileso las bases fundamentales del sistema educativo. De hecho, los establecimientos educativos llevan más de dos décadas compitiendo por los estudiantes, sin que esto haya mejorado significativamente la calidad de la educación. Por el contrario, aquellas instituciones que han logrado mejorar lo han hecho, generalmente, sobre la base de aumentar los niveles de selección del estudiante.
Quienes argumentan a favor del ámbito educativo, aseguran que las debilidades evidenciadas por el mercado educativo se han producido por fallas en su implementación, entre las cuales destacan la falta de voluntad del Estado para perfeccionarlo y el hecho de que los padres no han contado con la información necesaria para escoger adecuadamente las escuelas y así movilizar al mercado educativo en la senda del mejoramiento.
Sin embargo, no existe evidencia suficiente para mantener que la entrega de información adecuada a los padres los convertirá en consumidores racionales y que esto, a su vez, tendrá un efecto benéfico en el conjunto del sistema escolar. Lo que sí se puede sustentar, y así lo reconocen la mayor parte de los investigadores, es que el modelo de cuasi-mercado educativo ha excedido una creciente segmentación del sistema escolar.
En síntesis, en la práctica, la educación particular ha operado, conquistando a los mejores estudiantes del sector municipal, se ha limpiado de aquellos estudiantes más difíciles de educar, lo que generalmente está asociado a condiciones socioeducativas debilitadas de las familias. Como resultado de esto, aquellos estudiantes con mayores carencias y/o problemas socio-educativos se han tendido a concentrar en los establecimientos municipales, los que paradojalmente cuentan con menores recursos para atenderlos. Esta compleja situación de inequidad que vive nuestra sociedad, se proyecta al interior de nuestro sistema escolar, expresándose en la paradoja de que quienes más ayuda necesitan, cuentan con menores recursos para estudiar.
