El bienestar de las sociedades de mayor calidad de vida en el mundo contemporáneo se basa en el conocimiento de sus habitantes. Naciones, jóvenes y niños respetuosos, críticos, creativos y productivos, colaboradores entre sí, democráticos, amigables con el medio ambiente, son el factor clave para que, en una sociedad determinada, el conocimiento sea el factor principal en la creación de patrimonio. La estructura del mercado laboral, la composición de las exportaciones, la cobertura y calidad del sistema educativo, la capacidad de innovación y el tipo de inversión extranjera, guardan estrecha relación con las ventajas competitivas a las que un país les apuesten. En algunos casos, puede tratarse de la abundancia de mano de obra barata, de baja calificación, lo que caracterice a un país en sus relaciones económicas con el entorno. En otros, pude ser la dotación de recursos naturales, bien sean mineros, energéticos o agrícolas, fuente de ventajas competitivas.
No obstante, las economías con los más altos niveles de calidad de vida tienen en el conocimiento su fuente principal de generación de riqueza. La economía basada en el conocimiento es una expresión acuñada para describir las tendencias en las economías avanzadas hacia una mayor dependencia del conocimiento, la información, y la creciente necesidad de acceso a estos factores de parte de las empresas y el sector público. La economía del conocimiento no se cierra a los sectores productivos de bienes y servicios de alta tecnología, se refiere a fuentes de ventaja competitiva nuevas, aplicables en cualquier sector productivo, en cualquier empresa, en el campo o la ciudad, basadas en el conocimiento.
Múltiples factores convergen para que una sociedad determinada pueda encaminarse hacia la generación de riqueza basada en el conocimiento. La calidad y pertinencia del sistema educativo, así como su cobertura en todas las etapas de la formación; el interés de la sociedad en actividades científicas y tecnológicas, particularmente de investigación y desarrollo, como, además, la construcción de la capacidad de innovación; la articulación del sector productivo de bienes y servicios con las universidades y centros de investigación; la capacidad de la sociedad de contar con estrategias de largo plazo y llevarlas a cabo en forma articulada; la inversión en infraestructura, entre varios determinantes. Un elemento indispensable en el camino hacia la creación de riqueza basada en el conocimiento es el grado de apropiación de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).
En síntesis, depende que la inversión, pública y privada, en todos elementos que conforman el ecosistema de las TIC, sea objeto de primordial interés en el ámbito de políticas públicas, académicas y productivas. Las infraestructuras, aplicaciones, usuarios y servicios deben converger para constituir un círculo virtuoso que permita que múltiples procesos sociales y económicos concuerden para crear ventajas competitivas basadas en el conocimiento.