En los inicios de la psicológica, se argumentó que los aspectos afectivos, conativo y cognitivos podían ser abordados y estudiados como entidades separadas. Sin embargo, en la actualidad se sitúa un relieve de modo sistemático que los procesos emocionales que influyen sobre diversos procesos cognitivos, aunque más bien podría decirse que existe una clara interacción entre los procesos cognitivos y los procesos emocionales o afectivos en general.
Actualmente, diversos autores están trabajando cada vez más sobre el procesamiento emocional, tomando en cuenta sus bases neurofisiológicas y apoyándose en los resultados de las evaluaciones, mediante neuroimágenes. Los resultados de diversos estudios muestran que la relación entre las emociones y las demás funciones cognitivas es más fuerte de lo que se creía hasta el momento. Efectivamente, para que haya un funcionamiento cognitivo adaptativo debe haber un adecuado manejo emocional. Los límites que están involucrados en la regulación de la emoción son altamente interactivos con los que están asociados a las funciones ejecutivas, que están íntimamente involucradas en el desarrollo de las habilidades para la resolución de problemas durante los años del preescolar.
Es por ello, que la atención en el aula de clases permite seleccionar información sensorial y garantizar la prioridad de su procesamiento. De hecho, la emoción facilita tanto la velocidad en que la información es procesada como la probabilidad de que efectivamente sea procesada. Tratando de entender los mecanismos responsables de la modulación emocional de la atención, los investigadores han comenzado a estudiar los circuitos neurales subyacentes, focalizando su atención en la amígdala.
Los resultados de los estudios revelan que la amígdala participa en la percepción de los eventos emocionales, manifestando al contenido emocional de un evento de manera rápida y previamente al procesamiento consciente. Se ha propuesto que la amígdala facilita la percepción, alterando el procesamiento sensorial cortical vía feedback con conexiones a la corteza visual. Asimismo, el procesamiento atencional también queda alterado por la amígdala que modula las regiones corticales primarias en contextos emocionales. Y recíprocamente, la atención hace que aumente la percepción, sobre todo cuando la información sensorial indica que la situación es potencialmente peligrosa, lo que confiere una ventaja evolutiva.
Las memorias emocionales, forman el centro de nuestra historia personal. Las investigaciones que se están realizando sobre la influencia de las emociones en la memoria se han centrado en dos sistemas de memoria del lóbulo temporal medial. El primero ligado a la amígdala, crucial para la adquisición y la expresión del condicionamiento del miedo. El segundo ligado al complejo hipocampal, necesario para el lucro de la memoria episódica o declarativa. Este sistema de memoria, puede considerarse el principal en humanos, en el sentido que regula a lo que comúnmente se denomina memoria.
En síntesis, podemos decir, que la amígdala es una estructura cerebral que media directamente entre aspectos del aprendizaje emocional y que facilita las operaciones de memoria en otras regiones, incluyendo al hipocampo y la corteza prefrontal. Las interacciones entre la emoción y la memoria ocurren en varios niveles del procesamiento de la información: desde la codificación inicial a la consolidación de señales mnésicas, hasta su recuperación a largo plazo.