Actualmente, algunos expertos reflexionan sobre la participación parental, como una nueva representación en el análisis de las relaciones entre la familiar y la institución educativa.
La participación parental trata de establecer que la familia y las instituciones educativas son fundaciones complementarias en la labor educativa, por lo que es necesario profundizar en el conocimiento de las relaciones entre ambas y diseñar fórmulas para conseguir una cooperación productiva. Se reconocen las evidentes diferencias que existen entre el contexto familiar y la escolar, como igualmente, se asume que en la educación algunos aspectos corresponden primordialmente a la familia, mientras que otros afectan más específicamente a la institución.
Sin embargo, se le da prioridad hecho de que hay muchos ámbitos del desarrollo de la persona que no es posible potenciar si no existe un trabajo conjunto entre ambos agentes educativos. De este modo, se plantea la colaboración como un medio necesario para incrementar el logro de cada estudiante, reducir el fracaso de los grupos desfasados y mejorar los resultados del sistema educativo en su conjunto.
El propósito básico de este enfoque es, que la asistencia entre la familia y la institución influya de manera positiva en el rendimiento académico. Si bien es cierto que esa idea parece haber sido confirmada por un amplio número de estudios, incluidos algunos llevados a cabo recientemente en nuestros países, igualmente existen algunas reservas en torno a la investigación realizada a este respecto que merecen ser señaladas.
En preciso señalar, que al parece existir un amplio acuerdo en que las altas expectativas de los padres sobre los resultados escolares de sus hijos, así como la comunicación entre padres e hijos, tanto en términos generales como en relación a las cuestiones escolares, se vinculan a un mejor logro académico, independientemente de la edad de los estudiantes, del nivel educativo y social de los padres o de otras características del bagaje familiar.
Otros tipos de participación, es la ayuda en casa con los deberes o la asistencia de los padres a las reuniones escolares, aunque podrían considerarse beneficiosos, no arrojan resultados tan concluyentes. Los positivos efectos que pueden lograrse con una adecuada colaboración familia-institución no se limitan únicamente a los estudiantes, sino que alcanzan también a las propias familias y a los centros educativos.
En síntesis, la participación paterna se asocia a un mejor comportamiento en la institución educativa, a mejores hábitos de estudio y a mayores niveles de autoestima y de motivación hacia el aprendizaje. Estos efectos se encuentran no solo en el estudiante de educación infantil y primaria, sino también en el de edades superiores. Entre los beneficios para los padres se encuentran unas mejores relaciones con sus hijos, una mayor percepción de autoeficacia en el cumplimiento de su rol educativo y una mayor satisfacción con la escuela. Los beneficios señalados para las escuelas incluyen, entre otras cuestiones, un mejor clima y disciplina escolar, menores índices de fracaso y abandono, mayores tasas de graduación y mayor satisfacción profesional por parte de los docentes y de los directivos escolares.