Actualmente, existe un debate entre los docentes con respecto al momento de calificar proyectos, tareas, asignaciones, exámenes y actividades, si debe ver el nombre del estudiante. Se puede observar que existen dos posturas:
La primera es la que sostiene que el educador NO debe ver el nombre del estudiante al calificar sus entregas, y sus razones principales son las siguientes:
1. Cuando el docente no ve el nombre del estudiante, ningún prejuicio influye sobre él al momento de revisar los trabajos, por lo tanto, es más justa e imparcial la valoración que haga el educador.
2. La calificación será más objetiva cuando revise las asignaciones considerando los criterios establecidos del trabajo y no a la persona del estudiante.
La segunda, es quienes consideran que el docente debe tener presente el nombre del educando al calificar las diferentes asignaciones y sus principales argumentos son:
1. Los estudiantes viven situaciones diferentes que pueden afectar de manera significativa su actuación académica. Si el docente los tiene presente, le permitirá tener una valoración adecuada de cada asignación.
2. El ritmo de aprendizaje y de desempeño varía en un educando a otro, por lo tanto, el docente debe valorar los esfuerzos, de acuerdo con las habilidades que pueda tener cada estudiante, por lo que es fundamental saber de quién es el trabajo antes de calificarlo.
Es significante, cada el punto de vista de ambas posturas tienen sus pros y sus contras, que en algún momento dado pueden afectar o favorecer las notas que alcancen los estudiantes. Es primordial considerar entonces, una medida al momento de calificar las obligaciones académicas de los estudiantes, por lo que se esbozan las siguientes estrategias:
1. Calificar todas las asignaciones sin saber el nombre de quiénes lo entregaron. Esta medida le permitirá al docente calificar de manera neutral los trabajos de los estudiantes, sin prejuicio alguno o favoritismos.
2. Una vez calificadas todas las asignaciones, el docente deberá separarlos, aquellos trabajos de estudiantes que observe tienen situaciones de aprendizajes, familiares, culturales o económicos que puedan afectar su nota. Estos trabajos separados deberán ser valorados de nuevo con conocimiento de causa.
En síntesis, cada institución educativa y cada estudiante es diferente, y el docente deberá cuidar su actuación para el bien de sus educandos. Esto conlleva a que el educador conozca más las circunstancias que rodean el entorno familiar, social y escolar de sus pupilos, para que le ayuden a tomar las mejores decisiones al valorar un examen, una tarea, una actividad, un ejercicio o un proyecto académico.