La educación en la infancia es fundamental para el desarrollo cognitivo, emocional, como además para la salud física y mental; en los primeros 3 años de vida se forman las conexiones neuronales, el cerebro alcanza el 90% de su tamaño adulto y se logran habilidades como la regulación emocional, el apego, el desarrollo del lenguaje y la motricidad. Transmitidos, los efectos positivos de la atención integral a la infancia temprana en el desarrollo cognitivo, sería esperable que los estudiantes a la educación preescolar se expresen en mejores resultados, logros y progresión a lo largo del nivel primario.
Una educación de calidad, libre y gratuita, es derecho propio de los niños, niñas y adolescentes. Tal educación debe capacitarlos para tener una inserción laboral adecuada, armonizar la vida familiar con la laboral, contar con niveles adecuados de destrezas y conocimientos, ejercer sus derechos ciudadanos, continuar estudios superiores y adaptarse a sociedades de aprendizaje permanente.
Avanzar hacia una educación de calidad supone un fuerte compromiso de los países, que debe expresarse en un incremento de los recursos públicos destinados a la educación. De acuerdos con estudios previos, se rebela un promedio, donde los países de América Latina gastan el 3,88% del PIB en educación, mientras que en Europa occidental y Norteamérica esta cifra alcanza al 5,89%. Las asimetrías son mayores si se considera el gasto por educando en la educación primaria; Además, hay avances en la modificación de textos escolares, en la transmisión de imágenes de hombres y mujeres, en la educación sexual y en la mayor cultura de igualdad por género en el interior de la institución educativa, entre otros.